El expolio demográfico de Zamora

Eugenio-Jesús de Ávila

No es que Augusto fuera mi emperador preferido, pero agosto siempre será para mí el de mi vida. El decimotercer día de este octavo mes del año, dedicado a César Augusto, sobrino de Julio César, conoció mi nacimiento, ha ya demasiado tiempo, si bien no me arrepiento de seguir cumpliendo años. Cierto que tengo ya más pasado que futuro -Decía Óscar Wilde que prefería a las mujeres con pasado y los hombres con futuro- pero no me detendré todavía, me niego, porque queda mucha pasión por recoger en mi vida y mucho amor que sembrar.

De vez en cuando, hago altos en mi camino. Esta noche, regresé al año 1965, al libro de Geografía Nacional, editado por S.M., donde nuestra capital contaba con 50.000 habitantes. 70 años después, solo somos 10.000 más los zamoranos que vivimos en nuestra ciudad. La provincia se hallaba poblada por 300.000 personas. Hoy, no llegamos a los 170.000 en toda nuestra geografía provincial. ¿Quién nos ha hecho tanto daño, quién nos robo el futuro, quién nos engañó? Durante la democracia, Zamora pasó de ser la 33 provincia de España por su demografía y actividad económica a ocupar el farolillo rojo de todas las clasificaciones.

Pero los zamoranos, resignados a su suerte, cruzados de brazos, padecen lo que he llamado apatía antropológica. No hay nada que hacer. Nos hemos ido haciendo muy mayores. Ya no tenemos edad para rebelarnos. Yo soy una excepción. Mi lucha no sirve para nada, pero todas las noches me acuesto con la conciencia tranquila.

Agosto, este mes como antes confesé, mi preferido, nos mostrará la ucronía de Zamora, la ciudad y la provincia que pudieron ser, porque los zamoranos que se fueron a buscarse la vida en otros lares, regresan a su patria chica. La capital lo nota en sus comercios, bares, cafeterías y restaurantes. Durante 30 días viviremos en la ciudad que hubiéramos querido y que los políticos nos expoliaron. Solo los que amamos desde dentro seguimos soñando con una Zamora más grande, más bonita y más abierta.