Eugenio-Jesús de Ávila
Sábado, 02 de Agosto de 2025
COSAS DE DE LA BIEN CERCADA

Zamora, como es un sueño, duerme

[Img #100765]Eugenio-Jesús de Ávila

 

Teruel existe. Me temo que Zamora, no. Creo que esta ciudad es un sueño, duerme. Yo, también. Formo parte de una pesadilla de un señor al que llamamos Dios. Se durmió después del séptimo día. Zamora también duerme mucho. Solo se despierta en Semana Santa y en Navidad y agosto, cuando vienen los hijos que se ganan el pan más allá de las fronteras provinciales a celebrar sus días de libertad laboral.

 

Aquí también llueve distinto. No de arriba abajo, sino desde las aceras y las calzadas hacia los tobillos y en algunos casos, hasta las rodillas. La gente también habla de abajo hacia arriba. Más que hablar se vocea. Y guarda silencio de sepulcro cuando toman la palabra los poderosos. Yo apenas hablo con un par de amigos. Prefiero debatir con el tiempo. Unas veces con el pretérito, cuando me detengo ante alguno de los ábsides románicos, que se me quejan de esos garabatos que les manchan el cuerpo, de esas micciones que descargan los badulaques en sus sillares, y me cuenta que, durante siglos, cada una de sus piedras merecían el respeto de los ciudadanos, casi siempre analfabetos, pero sensibles y humildes con la arquitectura, con los templos donde se iba a rezar, a pedir imposibles, a soñar.

 

En otras ocasiones, elijo tratar del presente con el río duradero. Me acerco a sus riberas. Durante un buen rato le acompaño en su camino hacia los Infiernos de Almaraz. Le pido que se detenga un ratito, que así no me escuchará bien. Además, querría quitarle la razón a Heráclito, el jónico, empeñado toda su vida en que no era posible bañarse dos veces en el mismo río.  Echa de menos el río de la vida, el duradero, que ya no le escriban poemas, que los zamoranos lo miren, pero no lo vean; recorran sus márgenes sin dirigirle la palabra, que solo se fijen en su imagen cuando se enfada y se desborda.

 

Y debato con el río Duradero y le respondo que en Zamora vive mucha gente que no se siente zamorana, que le tiene sin cuidado que la ciudad encoja, que los jóvenes se vayan, que los comercios cierren…Y le susurro en su tímpano de agua que también los poetas se fueron de la ciudad y los que le cantaron ya componen versos debajo de la tierra.

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