
INFRAESTRUCTURAS DEPORTIVAS
El Ayuntamiento intentará corregir las chapuzas de origen del Ruta de la Plata
El actual estadio fue el quinto peor proyecto presentado en su día para construir un nuevo campo de fútbol municipal en Zamora
El Ayuntamiento de Zamora invertirá una importante suma económica en restaurar el Ruta de la Plata y todo su complejo. Quizá, además de ese proyecto, se debería adquirir más terrenos para concretar una Ciudad del Fútbol. Necesaria. Centralizar este deporte de masas, el que más atrae a los niños y a los jóvenes, en ese espacio. No se trata de coser los rotos que, desde su origen, presentó este traje futbolístico en forma de estadio, una chapuza, acontecida merced a un acuerdo político-empresarial.
Diré, por si alguien lo ignora, que el Estadio Ruta de la Plata fue el quinto peor proyecto presentado al Ayuntamiento de Zamora, presidido entonces por Antonio Vázquez, hombre al que gusta mucho el fútbol, verdadero mecenas de aquellos años de éxitos deportivos nunca culminados. Cuando se fue a otros menesteres políticos, el club se desmoronó, fue arrastrando deudas hasta que lo compró Víctor de Aldama y a este la familia Páez Ruiz de Lopera. Se preguntará el lector: ¿Por qué el equipo de Gobierno de aquel tiempo no eligió, como sería lógico, el proyecto que quedó en primer lugar, por calidad y por inversión? Sencillo: al Ayuntamiento le interesaba que construyese las viviendas de La Vaguada FCC. Estaba clarísimo. A partir de ese momento, paz.
Ese estadio y todo su entorno, con un campo de hierba de entrenamiento sin dimensiones adecuadas, con otro liliputiense, horrible, dotado de la peor hierba sintética y inadecuado para jugar ni fútbol infantil, fue un fiasco desde el principio. Pero la gente zamorana nunca había visto un campo de esas dimensiones en su vida en nuestra ciudad. Recordaban La Vaguada, una caja de cerillas, y cualquier otro campo les parecía una Catedral. Y se olvidaron de las chapuzas cometidas en su construcción.
Fíjese el aficionado en el entorno del césped del estadio principal: un secarral de tierra, antiestético. Las tribunas abiertas, porque el proyecto fue el mismo que el de Soria. Pero en la ciudad castellana nieva muchas veces al año y es necesario que el líquido elemento caiga al exterior del estadio, no sobre el césped. Pero en Zamora no nieva, sino que llueve, y casi siempre las borrascas proceden del Atlántico, de occidente, donde se halla orientada la Preferencia, donde los aficionados se abrasan o tuestan al inicio de la Liga, finales de agosto, todo el mes de septiembre, y parte de octubre; donde se mojan en los meses de otoño y se hielan en invierno, impidiendo el sol, además, seguir los partidos con comodidad. El campo está, pues, mal orientado también.
Los marcadores que lució el estadio, hasta que los cambió Víctor de Aldama, me parecían de vergüenza ajena. Las cabinas para la prensa, creadas años después, resultan poco gratas, dan muchos problemas por el paso de gentes y de visión complicada y reducida. El palco presidencial ocupa una posición tal que los dirigentes rojiblancos y los que acompañan a equipos rivales se hallan expuestos en invierno a un frío extremo.
Y, por último, la iluminación es paupérrima, una muestra más de un campo construido con los mínimos instrumentos. Por qué no cuatro torretas como cualquier otro estadio de estas dimensiones. Respuesta clara: el coste resultaba superior.
Ahora Guarido, después de una década de mandato, ha decido iniciar una serie de reformas del Ruta de la Plata y todo su entorno. Iba siendo hora. La obra resultará complicada, producto de su pésima construcción. Pero, antes o después, habría que afrontarla. Y adelanto que, ojalá sea así, el Zamora CF ascendiese a Segunda División A, el campo debería sufrir una transformación mucho más profunda.
Postada. Parte de los socios que acudieron a la presentación de la nueva indumentaria del equipo, se molestaron por la forma de cortar el acto, porque fueron “echados” del convite de viandas, abierto solo para autoridades, medios de comunicación, algunos socios, plantilla, cuerpo técnico y propiedad.
El Ayuntamiento de Zamora invertirá una importante suma económica en restaurar el Ruta de la Plata y todo su complejo. Quizá, además de ese proyecto, se debería adquirir más terrenos para concretar una Ciudad del Fútbol. Necesaria. Centralizar este deporte de masas, el que más atrae a los niños y a los jóvenes, en ese espacio. No se trata de coser los rotos que, desde su origen, presentó este traje futbolístico en forma de estadio, una chapuza, acontecida merced a un acuerdo político-empresarial.
Diré, por si alguien lo ignora, que el Estadio Ruta de la Plata fue el quinto peor proyecto presentado al Ayuntamiento de Zamora, presidido entonces por Antonio Vázquez, hombre al que gusta mucho el fútbol, verdadero mecenas de aquellos años de éxitos deportivos nunca culminados. Cuando se fue a otros menesteres políticos, el club se desmoronó, fue arrastrando deudas hasta que lo compró Víctor de Aldama y a este la familia Páez Ruiz de Lopera. Se preguntará el lector: ¿Por qué el equipo de Gobierno de aquel tiempo no eligió, como sería lógico, el proyecto que quedó en primer lugar, por calidad y por inversión? Sencillo: al Ayuntamiento le interesaba que construyese las viviendas de La Vaguada FCC. Estaba clarísimo. A partir de ese momento, paz.
Ese estadio y todo su entorno, con un campo de hierba de entrenamiento sin dimensiones adecuadas, con otro liliputiense, horrible, dotado de la peor hierba sintética y inadecuado para jugar ni fútbol infantil, fue un fiasco desde el principio. Pero la gente zamorana nunca había visto un campo de esas dimensiones en su vida en nuestra ciudad. Recordaban La Vaguada, una caja de cerillas, y cualquier otro campo les parecía una Catedral. Y se olvidaron de las chapuzas cometidas en su construcción.
Fíjese el aficionado en el entorno del césped del estadio principal: un secarral de tierra, antiestético. Las tribunas abiertas, porque el proyecto fue el mismo que el de Soria. Pero en la ciudad castellana nieva muchas veces al año y es necesario que el líquido elemento caiga al exterior del estadio, no sobre el césped. Pero en Zamora no nieva, sino que llueve, y casi siempre las borrascas proceden del Atlántico, de occidente, donde se halla orientada la Preferencia, donde los aficionados se abrasan o tuestan al inicio de la Liga, finales de agosto, todo el mes de septiembre, y parte de octubre; donde se mojan en los meses de otoño y se hielan en invierno, impidiendo el sol, además, seguir los partidos con comodidad. El campo está, pues, mal orientado también.
Los marcadores que lució el estadio, hasta que los cambió Víctor de Aldama, me parecían de vergüenza ajena. Las cabinas para la prensa, creadas años después, resultan poco gratas, dan muchos problemas por el paso de gentes y de visión complicada y reducida. El palco presidencial ocupa una posición tal que los dirigentes rojiblancos y los que acompañan a equipos rivales se hallan expuestos en invierno a un frío extremo.
Y, por último, la iluminación es paupérrima, una muestra más de un campo construido con los mínimos instrumentos. Por qué no cuatro torretas como cualquier otro estadio de estas dimensiones. Respuesta clara: el coste resultaba superior.
Ahora Guarido, después de una década de mandato, ha decido iniciar una serie de reformas del Ruta de la Plata y todo su entorno. Iba siendo hora. La obra resultará complicada, producto de su pésima construcción. Pero, antes o después, habría que afrontarla. Y adelanto que, ojalá sea así, el Zamora CF ascendiese a Segunda División A, el campo debería sufrir una transformación mucho más profunda.
Postada. Parte de los socios que acudieron a la presentación de la nueva indumentaria del equipo, se molestaron por la forma de cortar el acto, porque fueron “echados” del convite de viandas, abierto solo para autoridades, medios de comunicación, algunos socios, plantilla, cuerpo técnico y propiedad.
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