Miércoles, 24 de Septiembre de 2025

José Antonio Ávila López
Miércoles, 06 de Agosto de 2025
NOTAS DEL PENSAMIENTO

Conjuras corruptas, miopes y perversas

José Antonio Ávila López

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El legado político de Mariano Rajoy no es precisamente brillante, y no sólo por su gran miopía e inexplicable indolencia en la gestión del “polvorín catalán”, algo que ha lastrado la evolución política de nuestro país en los últimos años. Aunque la corrupción aflorada durante su mandato -en parte, heredada del segundo curso de Aznar- no tuviera los tintes de perversidad “putera” que adornan al sanchismo, es exactamente igual de reprobable que esta última. Si alguien cree que se hace algún bien callando acerca de las investigaciones que apuntan a Cristóbal Montoro como eje de una importante trama corrupta, es que todavía no ha entendido absolutamente nada de cómo piensa la mayoría de los ciudadanos. Da exactamente lo mismo que el “malandrín” sea un cargo conservador, nacionalista o socialista, ya que si algo deben hacer los partidos políticos es, como mínimo, intentar aprender de su pasado y poner los medios a su alcance para que hechos de esta naturaleza no puedan repetirse. Al menos, no en el entorno inmediato del Presidente del Gobierno o de su líder de turno, pero sin embargo, sí existe una diferencia muy notoria entre aquella y esta corrupción. A Rajoy, aquel entramado de financiación ilegal acabó costándole el poder, y en cambio, los mismos que le afeaban entonces la degradación de su entorno, y apearon al gallego mediante una moción de censura, se han conjurado ahora para proteger a Pedro Sánchez de todo mal, “con putas, putos y todo lo que haga falta”. Lo del PNV, por ejemplo, es la evidencia de esa doble moral que es marca de la casa desde los prolegómenos de nuestra Guerra Civil, cuando el ultraconservadurismo nacionalista no tenía demasiado claro con qué bando alinearse. Luego, esa tradición continuó durante décadas con la tibieza y el juego a dos bandas con relación a los atentados de ETA, y eso ocurrió como mínimo hasta la concreción de los Pactos de Ajuria Enea de 1988. La consideración de los asesinos etarras como “jóvenes descarriados”, y eso se vendió muy bien entre determinadas capas de la sociedad vasca. Pero jamás podrán los abertzales quitarse de encima el haber obtenido enormes concesiones pagadas con sangre inocente. No les gusta que se lo recuerden, pero así es.

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