DENUNCIA
Soportes para bicicletas abandonados reflejan la falta de compromiso real con la movilidad sostenible
Hay espacios donde no pueden aparcar ni coches ni bicicletas por la desidia municipal Zamora
Desde el inicio de las obras en Cardenal Cisneros, la polémica ha sido una constante. Ahora, con los trabajos a punto de finalizar, la ciudad se enfrenta a una realidad irreversible: una nueva configuración de la arteria principal con aceras más anchas, carriles de circulación remodelados, la desaparición de plazas de aparcamiento, las controvertidas rotondas y, por supuesto, un carril bici que, a pesar de sus peligrosas incorporaciones en algunos tramos, permitirá cruzar la avenida de punta a punta.
Sin embargo, más allá de la posibilidad de circular en bicicleta, surge la siguiente pregunta: ¿dónde la aparcamos? El Ayuntamiento ha distribuido en varias ocasiones módulos para asegurar las bicicletas, una medida que busca evitar los precarios e ilegales amarres a farolas o árboles. La intención es buena, pero la ejecución, como en tantas otras promesas municipales, ha fallado estrepitosamente.
La realidad es, que el consistorio ha abandonado por completo la conservación de estos aparcabicis. Muchos de estos soportes, al estar ubicados en la calzada, son víctimas de golpes de vehículos que los dañan o los rompen por completo. El resultado es un paisaje de desidia, puntos de aparcamiento inservibles, donde la señalización sigue impidiendo el estacionamiento de coches, pero las bicicletas no tienen dónde anclarse.
Esta situación no solo evidencia la falta de mantenimiento, sino que subraya una paradoja incomprensible, la desidia municipal ha provocado que, en algunos puntos, no puedan aparcar ni los coches,porque el espacio está reservado para bicicletas, ni las propias bicicletas, al no haber soportes donde dejarlas. Lo que se prometió como una mejora se ha convertido en un espacio inservible, un aparcamiento fantasma que no beneficia a nadie y que demuestra, una vez más, la falta de una gestión efectiva en la ciudad.

Desde el inicio de las obras en Cardenal Cisneros, la polémica ha sido una constante. Ahora, con los trabajos a punto de finalizar, la ciudad se enfrenta a una realidad irreversible: una nueva configuración de la arteria principal con aceras más anchas, carriles de circulación remodelados, la desaparición de plazas de aparcamiento, las controvertidas rotondas y, por supuesto, un carril bici que, a pesar de sus peligrosas incorporaciones en algunos tramos, permitirá cruzar la avenida de punta a punta.
Sin embargo, más allá de la posibilidad de circular en bicicleta, surge la siguiente pregunta: ¿dónde la aparcamos? El Ayuntamiento ha distribuido en varias ocasiones módulos para asegurar las bicicletas, una medida que busca evitar los precarios e ilegales amarres a farolas o árboles. La intención es buena, pero la ejecución, como en tantas otras promesas municipales, ha fallado estrepitosamente.
La realidad es, que el consistorio ha abandonado por completo la conservación de estos aparcabicis. Muchos de estos soportes, al estar ubicados en la calzada, son víctimas de golpes de vehículos que los dañan o los rompen por completo. El resultado es un paisaje de desidia, puntos de aparcamiento inservibles, donde la señalización sigue impidiendo el estacionamiento de coches, pero las bicicletas no tienen dónde anclarse.
Esta situación no solo evidencia la falta de mantenimiento, sino que subraya una paradoja incomprensible, la desidia municipal ha provocado que, en algunos puntos, no puedan aparcar ni los coches,porque el espacio está reservado para bicicletas, ni las propias bicicletas, al no haber soportes donde dejarlas. Lo que se prometió como una mejora se ha convertido en un espacio inservible, un aparcamiento fantasma que no beneficia a nadie y que demuestra, una vez más, la falta de una gestión efectiva en la ciudad.
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