ZAMORANA
Agosto: fiestas e incendios
Es agosto y España entera está de fiesta; no hay pueblo que no celebre a su patrón, honre y agasaje a sus vecinos con diferentes actividades lúdicas, que van desde correr la vaquilla, juego de pelota, diversos entretenimientos para los más pequeños, peñas, comidas, pasacalles… y por la noche el consabido concierto al aire libre. Recuerdo que antes, hace ya muchos años, los músicos se subían a un carro y esa era la plataforma desde donde entretenían a los habitantes del pueblo, con música de la época, mujeres que bailaban juntas, pasodobles que nunca faltaban y, por supuesto, los curiosos que, desde las gradas, contemplaban el espectáculo para, más tarde, comentar cómo y con quien bailaba ésta y aquella….
Sin embargo, todo eso ha quedado ya para la nostalgia y en los pueblos, por pequeños que sean, se contratan grupos musicales con escenarios dignos de los mejores conciertos, donde se baila hasta altas horas de la madrugada.
Agosto se festeja en nuestro país a tope, con todas las ganas, porque cuando acabe este mes, se volverá al trabajo, a las clases y a la vida rutinaria que tenemos todos; pero este verano se nos ha deslucido trayendo un invitado no deseado como son los incendios. Nuestra tierra sanabresa, en la parte norte que linda con León, se ha visto devastada por fuegos terribles que han ensombrecido el paisaje y las ganas de juerga. Lamentablemente no ha sido un caso aislado, porque en muchos lugares de España, el fuego ha devorado campos, animales, casas, pueblos, e incluso personas (esto es lo más terrible) dejando un rastro desolador.
Las excesivas temperaturas alcanzadas en estas semanas de forma continuada, sin dar una tregua, la sequedad de la tierra y la fuerza de los vientos han contribuido a que los incendios camparan a sus anchas. A eso añadimos que los efectivos han resultado insuficientes para atender a tantos requerimientos, y que el gobierno central ha actuado tarde demandando ayuda a Francia, y nuestro presidente Sánchez, dando una vez más ejemplo de quien es, no ha cortado su descanso en la Mareta para apoyar con su presencia a tanta gente como ha sido afectada; al fin y al cabo, son vacaciones y él está disfrutando a salvo y sin otras preocupaciones. ¡qué decepción, otra más, la del presidente de un país que, cuando se ve sumido en una tragedia, se esconde como si el problema no fuera con él!
A ver si con tantas hectáreas calcinadas, con tantos destrozos y con la amenaza de que los posteriores veranos serán también muy calurosos, se toman medidas concluyentes que frenen los posibles incendios, al menos los que puedan prevenirse por la mano del hombre: desbrozando, limpiando los campos en aquellos lugares donde el pastoreo, que constituía el elemento equilibrador ecológico de los montes ya no existe; impidiendo que se quemen restos de cultivos o matorrales, no abandonando residuos que puedan provocar un incendio…y este trabajo ha de mantenerse durante todo el año, antes de que la broza crezca, se seque y se convierta en una tea perfecta.
Contra todo esto se puede luchar teniendo como método principal la prevención. Otro elemento indispensable es la inversión en gestión forestal que incluye contratar a más operativos, incentivarlos económicamente y que los equipos de emergencia, bomberos, UME y voluntarios no sean los únicos que luchen contra el fuego. Es necesario que, cuando se han declarado incendios de la magnitud de los que hemos sufrido, se active automáticamente el mecanismo de gestión de incendios y que el gobierno central se implique directamente para ayudar a las Comunidades Autónomas que lo están sufriendo, sin necesidad de tirar de burocracia y esperar a que sean ellas las que lo demanden. Así ocurrió en la DANA y las consecuencias de no actuar de forma única gobierno estatal y autonómico, fueron desastrosas.
Cierto que hay otros motivos que escapan al control humano: un rayo, una tormenta eléctrica, y que pueden resultar igual de devastadores; pero lo que se pueda prevenir es más fácil de resolver.
Es agosto y España entera no está de fiesta. Hay gente que ha perdido sus casas tras las llamas; personas que, de un día para otro, se ven en la calle, sin el fruto de su trabajo, sin un techo, sin recuerdos, sin pasado… personas que seguirán sufriendo cuando pase agosto y los medios de comunicación nos hablen de la cuesta de septiembre, lo caros que son los libros y los uniformes del colegio y todas esas mandangas con las que nos obsequian después del verano. Es a ellos a quien toca ayudar: ahora, no dentro de años; porque ellos no quieren promesas sino realidades.
¡A ver si el presidente, cuando finalice sus vacaciones, tiene a bien visitar a los afectados y ayudarlos de forma efectiva y concluyente!
Mª Soledad Martín Turiño
Es agosto y España entera está de fiesta; no hay pueblo que no celebre a su patrón, honre y agasaje a sus vecinos con diferentes actividades lúdicas, que van desde correr la vaquilla, juego de pelota, diversos entretenimientos para los más pequeños, peñas, comidas, pasacalles… y por la noche el consabido concierto al aire libre. Recuerdo que antes, hace ya muchos años, los músicos se subían a un carro y esa era la plataforma desde donde entretenían a los habitantes del pueblo, con música de la época, mujeres que bailaban juntas, pasodobles que nunca faltaban y, por supuesto, los curiosos que, desde las gradas, contemplaban el espectáculo para, más tarde, comentar cómo y con quien bailaba ésta y aquella….
Sin embargo, todo eso ha quedado ya para la nostalgia y en los pueblos, por pequeños que sean, se contratan grupos musicales con escenarios dignos de los mejores conciertos, donde se baila hasta altas horas de la madrugada.
Agosto se festeja en nuestro país a tope, con todas las ganas, porque cuando acabe este mes, se volverá al trabajo, a las clases y a la vida rutinaria que tenemos todos; pero este verano se nos ha deslucido trayendo un invitado no deseado como son los incendios. Nuestra tierra sanabresa, en la parte norte que linda con León, se ha visto devastada por fuegos terribles que han ensombrecido el paisaje y las ganas de juerga. Lamentablemente no ha sido un caso aislado, porque en muchos lugares de España, el fuego ha devorado campos, animales, casas, pueblos, e incluso personas (esto es lo más terrible) dejando un rastro desolador.
Las excesivas temperaturas alcanzadas en estas semanas de forma continuada, sin dar una tregua, la sequedad de la tierra y la fuerza de los vientos han contribuido a que los incendios camparan a sus anchas. A eso añadimos que los efectivos han resultado insuficientes para atender a tantos requerimientos, y que el gobierno central ha actuado tarde demandando ayuda a Francia, y nuestro presidente Sánchez, dando una vez más ejemplo de quien es, no ha cortado su descanso en la Mareta para apoyar con su presencia a tanta gente como ha sido afectada; al fin y al cabo, son vacaciones y él está disfrutando a salvo y sin otras preocupaciones. ¡qué decepción, otra más, la del presidente de un país que, cuando se ve sumido en una tragedia, se esconde como si el problema no fuera con él!
A ver si con tantas hectáreas calcinadas, con tantos destrozos y con la amenaza de que los posteriores veranos serán también muy calurosos, se toman medidas concluyentes que frenen los posibles incendios, al menos los que puedan prevenirse por la mano del hombre: desbrozando, limpiando los campos en aquellos lugares donde el pastoreo, que constituía el elemento equilibrador ecológico de los montes ya no existe; impidiendo que se quemen restos de cultivos o matorrales, no abandonando residuos que puedan provocar un incendio…y este trabajo ha de mantenerse durante todo el año, antes de que la broza crezca, se seque y se convierta en una tea perfecta.
Contra todo esto se puede luchar teniendo como método principal la prevención. Otro elemento indispensable es la inversión en gestión forestal que incluye contratar a más operativos, incentivarlos económicamente y que los equipos de emergencia, bomberos, UME y voluntarios no sean los únicos que luchen contra el fuego. Es necesario que, cuando se han declarado incendios de la magnitud de los que hemos sufrido, se active automáticamente el mecanismo de gestión de incendios y que el gobierno central se implique directamente para ayudar a las Comunidades Autónomas que lo están sufriendo, sin necesidad de tirar de burocracia y esperar a que sean ellas las que lo demanden. Así ocurrió en la DANA y las consecuencias de no actuar de forma única gobierno estatal y autonómico, fueron desastrosas.
Cierto que hay otros motivos que escapan al control humano: un rayo, una tormenta eléctrica, y que pueden resultar igual de devastadores; pero lo que se pueda prevenir es más fácil de resolver.
Es agosto y España entera no está de fiesta. Hay gente que ha perdido sus casas tras las llamas; personas que, de un día para otro, se ven en la calle, sin el fruto de su trabajo, sin un techo, sin recuerdos, sin pasado… personas que seguirán sufriendo cuando pase agosto y los medios de comunicación nos hablen de la cuesta de septiembre, lo caros que son los libros y los uniformes del colegio y todas esas mandangas con las que nos obsequian después del verano. Es a ellos a quien toca ayudar: ahora, no dentro de años; porque ellos no quieren promesas sino realidades.
¡A ver si el presidente, cuando finalice sus vacaciones, tiene a bien visitar a los afectados y ayudarlos de forma efectiva y concluyente!
Mª Soledad Martín Turiño
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