
INDIGNACIÓN
Los zamoranos ya nos sabemos todos los cuentos… políticos
Eugenio-Jesús de Ávila
A nuestra provincia solo le queda ya la extremaunción económica, después de haber recibido la política y la ética. Nos evaporaron el agua del embalse del Esla hace unos años, se nos quemó la columna vertebral de nuestra naturaleza, la Sierra de la Culebra hace tres años, nos prometieron reconstruir otro paraíso, pero todavía las abejas visten de luto, los ciervos berrean con gripe y los árboles jóvenes velan a sus padre y abuelos fallecidos.
Este verano, como si se tratase de una conspiración política, nos esquilman la Carballeda, nos enlutan la hermosa Sanabria, siempre viuda de amor; se nos ríen con nuevas promesas, sin ponerse colorados; se nos habla de pactos de la nada, se nos toma por aldeanos ágrafos, palurdos y zotes; nos quieren convertir en una reserva humana, como si fuéramos apaches, sioux o cualquier tribu de lo que queda de godos, vacceos y celtas. Nos fueron, poco a poco, casi en silencio, robando el Estado, arrancándonos vías férreas, llevándonos el Regimiento Toledo a otros lares, candando la Prisión Provincial, sembrando mentiras en los cerebros de los agricultores y ganaderos con la entrada en la Comunidad Europea…Nos robaron el futuro para que no podamos escaparnos del tiempo pretérito. Vivimos en otro siglo, en otra era, en otra España.
Y después, tirios y troyanos, montescos y capuletos, que viven mejor que Dios antes de que se le ocurriera el cuento de Adán y Eva, nos vendrán a pedir un voto, que es otra mentira, porque no elegimos, nos los dan todo hecho: listas, en las que aparecen los más pelotas, menos idealistas, más domesticables; gentes que percibirán, por sentarse en el Edén del Congreso de los Diputados y Senado, para pulsar el botón que ordene la jerarquía.
Han asesinado a nuestros hermanos árboles, a las laboriosas abejas, a los cerdos rebeldes, a los cérvidos que berrean en arameo. Y quieren que guardemos silencio, como hemos hecho siempre; desean que nos humillemos más, que no protestemos, que aplaudamos las mentiras que pronuncian en el gran teatro de la res pública; que no pasa nada tras el apocalipsis de fuego, que ya no éramos nada, ni tan si quiera una provincia sombra en una comunidad autónoma ahistórica, injusta y que ni un solo ciudadano siente como propia.
Si ahora callamos, nos congelarán las palabras para enterrarlas en un cementerio de esquimales. Solo nos salvaremos a nosotros mismos. Solo renaceremos cuando consideremos a los políticos como nuestros enemigos públicos, el día que les demos la espalda, que desafiemos su poder, edificado sobre unos cimientos de embustes y trolas, construido con vigas de felonía, coronado por tejados de estulticia.
Los zamoranos ya nos sabemos todos los cuentos. Nos lo dejó escrito el paisano León Felipe: “Y he visto: que la cuna del hombre la mecen con cuentos, que los gritos de angustia del hombre los ahogan con cuentos, que el llanto del hombre lo taponan con cuentos, que los huesos del hombre los entierran con cuentos, y que el miedo del hombre... ha inventado todos los cuentos”.
“Yo no sé muchas cosas, es verdad, pero me han dormido con todos los cuentos...
y sé todos los cuentos”.
Eugenio-Jesús de Ávila
A nuestra provincia solo le queda ya la extremaunción económica, después de haber recibido la política y la ética. Nos evaporaron el agua del embalse del Esla hace unos años, se nos quemó la columna vertebral de nuestra naturaleza, la Sierra de la Culebra hace tres años, nos prometieron reconstruir otro paraíso, pero todavía las abejas visten de luto, los ciervos berrean con gripe y los árboles jóvenes velan a sus padre y abuelos fallecidos.
Este verano, como si se tratase de una conspiración política, nos esquilman la Carballeda, nos enlutan la hermosa Sanabria, siempre viuda de amor; se nos ríen con nuevas promesas, sin ponerse colorados; se nos habla de pactos de la nada, se nos toma por aldeanos ágrafos, palurdos y zotes; nos quieren convertir en una reserva humana, como si fuéramos apaches, sioux o cualquier tribu de lo que queda de godos, vacceos y celtas. Nos fueron, poco a poco, casi en silencio, robando el Estado, arrancándonos vías férreas, llevándonos el Regimiento Toledo a otros lares, candando la Prisión Provincial, sembrando mentiras en los cerebros de los agricultores y ganaderos con la entrada en la Comunidad Europea…Nos robaron el futuro para que no podamos escaparnos del tiempo pretérito. Vivimos en otro siglo, en otra era, en otra España.
Y después, tirios y troyanos, montescos y capuletos, que viven mejor que Dios antes de que se le ocurriera el cuento de Adán y Eva, nos vendrán a pedir un voto, que es otra mentira, porque no elegimos, nos los dan todo hecho: listas, en las que aparecen los más pelotas, menos idealistas, más domesticables; gentes que percibirán, por sentarse en el Edén del Congreso de los Diputados y Senado, para pulsar el botón que ordene la jerarquía.
Han asesinado a nuestros hermanos árboles, a las laboriosas abejas, a los cerdos rebeldes, a los cérvidos que berrean en arameo. Y quieren que guardemos silencio, como hemos hecho siempre; desean que nos humillemos más, que no protestemos, que aplaudamos las mentiras que pronuncian en el gran teatro de la res pública; que no pasa nada tras el apocalipsis de fuego, que ya no éramos nada, ni tan si quiera una provincia sombra en una comunidad autónoma ahistórica, injusta y que ni un solo ciudadano siente como propia.
Si ahora callamos, nos congelarán las palabras para enterrarlas en un cementerio de esquimales. Solo nos salvaremos a nosotros mismos. Solo renaceremos cuando consideremos a los políticos como nuestros enemigos públicos, el día que les demos la espalda, que desafiemos su poder, edificado sobre unos cimientos de embustes y trolas, construido con vigas de felonía, coronado por tejados de estulticia.
Los zamoranos ya nos sabemos todos los cuentos. Nos lo dejó escrito el paisano León Felipe: “Y he visto: que la cuna del hombre la mecen con cuentos, que los gritos de angustia del hombre los ahogan con cuentos, que el llanto del hombre lo taponan con cuentos, que los huesos del hombre los entierran con cuentos, y que el miedo del hombre... ha inventado todos los cuentos”.
“Yo no sé muchas cosas, es verdad, pero me han dormido con todos los cuentos...
y sé todos los cuentos”.
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