ATENEO
El Estado de las Caciquias
Alfonso J. Vázquez Vaamonde
Alfonso J. Vázquez Vaamonde
Bajo un Estado totalitario todas las autoridades dependen del dictador. Éste mediando su Ministro del Interior nombra Subdelegados del Gobierno y alcaldes municipales “con mando en plaza” pero bajo su autoridad, convertidos los ciudadanos en siervos. Juan Carlos I de Franco juro por su dios que haría lo mismo y añadió otro abuso: que sus hijos, previa discriminación del menor a sus hermanas por razón de sexo, heredaría ese inicuo derecho.
Adolfo Suárez cometió el fraude de ley de incluir es abuso de rondón en una constitución seudodemocrática que así se contradecía a sí mismo. El Jefe del Estado tendría el título de Rey, eso no importa, pero no lo elegirían los ciudadanos sino el rey por vía sexual. Para tomarnos el pelo, la CE78 decía “la soberanía nacional reside en el pueblo español, del que emanan los poderes del Estado”; algunos hasta se lo creen.
Fue una jugada inteligente de Suárez para frenar el ánimo antidemocrático de unos militares golpistas que habían acabado con la II Réplica Democrática y seguían dispuesto a volver a hacerlo si se pretendía recuperar la democracia. Pese a sus dos intentos de Golpe de Estado, algún día verificaremos que el segundo lo dirigió quien todos sabemos que estaba “realmente” detrás. Quizá Suárez no contó, ¿o sí?, con que al heredero del dictador le gustaba el poder dictatorial. De hecho, Juan Carlos I de Franco compitió en vileza con Fernando VII de Borbón desde el primer día y traicionó a los españoles, a su ejército franquista y a los saharauis vendiéndole a Hassan II el Sahara si los EEUU declaraban democrática su dictadura fascista, a lo que Kissinger accedió. Este año se cumple el medio siglo de su felonía, incluido el corte de manga a su padre “violando sus inexistentes derechos dinásticos”. “Llámame perro, pero échame pan” debió a decirle a su padre.
Se quiso, de tapadillo, recuperar el esquema de la II República con una descentralización autonómica que no era federal, palabra proscrita, pero se parecía. La idea no fuera mala si no faltara espíritu democrático y aún federal entre los llamados a ponerla en práctica. Todos ellos, ¿sin excepción?, carecían de ellos; habían heredado el secular espíritu del estéril caciquismo. Ellos convirtieron un estado cuasi federal de las Autonomías en un Estado de las Caciquias. El desastre fue tal que al ver el resultado los portugueses decidieron no repetir el error.
No olvidaremos la frase que Zaplana niega haber dicho “yo me he apuntado a la política para forrarme”. Fuera o no verdad, se ha forrado y pese a estar condenado sigue en libertad sin devolver lo que no es suyo, que se sepa.
Antes, frente al cacique que mangoneaba al alcalde cabía la opción de la denuncia al Gobernador Civil y al Ministro. Apelar a Franco era privilegio de muy pocos. Hoy el Presidente de la Caciquia, depende de los votos como cuando los “apañaba” el viejo cacique y respalda las propelías cuando no las comete él directamente a través de la droga, “traficando” con hospitales y centros escolares con “dinero público”, pero “gestión privada”, o repartiendo obras públicas con contratos fraccionados para otorgarlos “a dedo” o “previa comisión” habitual en estas Caciquias y aun desde el Estado Cacicómico constitucionalmente vigente. “Luis, se fuerte” es el lema. Esa licencia Caciquil la tienen los Diputados y Ministros que “son más iguales que los demás ante la ley”, enmienda de Orwell no escrita, pero que rige la CE78.
También los Presidentes de las “Caciquias” cuya inviolabilidad e inmunidad-es la “patente de corso” para delinquir de la que se ha aprovechado hasta el Jefe del Estado Cacicómico. El adulterio ya no es delito, pero no pagar impuestos sí. Desde el Estado se financiaron ambas actividades
Esos Presidentes de las Caciquias son administradores a los que nadie les exige claridad en las cuentas. El coste de los elementos destinados a apagar los fuegos, aun sin apagarse, es muy inferior a los daños producidos: viviendas, explotaciones de bosques agropecuarias e industriales y lucro cesante hasta que la situación vuelva a su estado anterior, además del coste de las indemnizaciones por ser zona catastrófica.
El Ministerio Fiscal debería interponer una querella por administración desleal contra los Presidentes Caciquias. Prueba su administración desleal la reducción de inversión en previsión de incendios y el aumento del número y magnitud de los daños. Otro tanto ocurrió con la DANA tras la reducción de estructuras de previsión y recursos en adición a la mala gestión; con los homicidios del covid, reducción de sanitarios y recursos sanitarios de gestión pública, etc.
No hacer nada acredita este Estado de las Caciquias, donde coincide que la mayoría de esos Presidentes incendiarios son del mismo partido político de extrema derecha apoyado por el de ultraderecha. También en el caso de la DANA. En el de COVID de Madrid no necesitaron apoyos.
Para los presuntos delincuentes Caciquias la solución es el Código Penal; para los ciudadanos que les votan, ¿?,esperando las migas que caigan de la mesa de Cacicómica?, la que dio Costa en el S. X IX: “escuela pública y despensa”. No chiringuitos privados financiados con dinero público. Eso es lo que hacen estos Presidentes Cacicómicos. Y así nos va.
Abogado.- Doctor en Quimica Industrial.- Secretario General Centro de Estudios Ateneos.
Alfonso J. Vázquez Vaamonde
Bajo un Estado totalitario todas las autoridades dependen del dictador. Éste mediando su Ministro del Interior nombra Subdelegados del Gobierno y alcaldes municipales “con mando en plaza” pero bajo su autoridad, convertidos los ciudadanos en siervos. Juan Carlos I de Franco juro por su dios que haría lo mismo y añadió otro abuso: que sus hijos, previa discriminación del menor a sus hermanas por razón de sexo, heredaría ese inicuo derecho.
Adolfo Suárez cometió el fraude de ley de incluir es abuso de rondón en una constitución seudodemocrática que así se contradecía a sí mismo. El Jefe del Estado tendría el título de Rey, eso no importa, pero no lo elegirían los ciudadanos sino el rey por vía sexual. Para tomarnos el pelo, la CE78 decía “la soberanía nacional reside en el pueblo español, del que emanan los poderes del Estado”; algunos hasta se lo creen.
Fue una jugada inteligente de Suárez para frenar el ánimo antidemocrático de unos militares golpistas que habían acabado con la II Réplica Democrática y seguían dispuesto a volver a hacerlo si se pretendía recuperar la democracia. Pese a sus dos intentos de Golpe de Estado, algún día verificaremos que el segundo lo dirigió quien todos sabemos que estaba “realmente” detrás. Quizá Suárez no contó, ¿o sí?, con que al heredero del dictador le gustaba el poder dictatorial. De hecho, Juan Carlos I de Franco compitió en vileza con Fernando VII de Borbón desde el primer día y traicionó a los españoles, a su ejército franquista y a los saharauis vendiéndole a Hassan II el Sahara si los EEUU declaraban democrática su dictadura fascista, a lo que Kissinger accedió. Este año se cumple el medio siglo de su felonía, incluido el corte de manga a su padre “violando sus inexistentes derechos dinásticos”. “Llámame perro, pero échame pan” debió a decirle a su padre.
Se quiso, de tapadillo, recuperar el esquema de la II República con una descentralización autonómica que no era federal, palabra proscrita, pero se parecía. La idea no fuera mala si no faltara espíritu democrático y aún federal entre los llamados a ponerla en práctica. Todos ellos, ¿sin excepción?, carecían de ellos; habían heredado el secular espíritu del estéril caciquismo. Ellos convirtieron un estado cuasi federal de las Autonomías en un Estado de las Caciquias. El desastre fue tal que al ver el resultado los portugueses decidieron no repetir el error.
No olvidaremos la frase que Zaplana niega haber dicho “yo me he apuntado a la política para forrarme”. Fuera o no verdad, se ha forrado y pese a estar condenado sigue en libertad sin devolver lo que no es suyo, que se sepa.
Antes, frente al cacique que mangoneaba al alcalde cabía la opción de la denuncia al Gobernador Civil y al Ministro. Apelar a Franco era privilegio de muy pocos. Hoy el Presidente de la Caciquia, depende de los votos como cuando los “apañaba” el viejo cacique y respalda las propelías cuando no las comete él directamente a través de la droga, “traficando” con hospitales y centros escolares con “dinero público”, pero “gestión privada”, o repartiendo obras públicas con contratos fraccionados para otorgarlos “a dedo” o “previa comisión” habitual en estas Caciquias y aun desde el Estado Cacicómico constitucionalmente vigente. “Luis, se fuerte” es el lema. Esa licencia Caciquil la tienen los Diputados y Ministros que “son más iguales que los demás ante la ley”, enmienda de Orwell no escrita, pero que rige la CE78.
También los Presidentes de las “Caciquias” cuya inviolabilidad e inmunidad-es la “patente de corso” para delinquir de la que se ha aprovechado hasta el Jefe del Estado Cacicómico. El adulterio ya no es delito, pero no pagar impuestos sí. Desde el Estado se financiaron ambas actividades
Esos Presidentes de las Caciquias son administradores a los que nadie les exige claridad en las cuentas. El coste de los elementos destinados a apagar los fuegos, aun sin apagarse, es muy inferior a los daños producidos: viviendas, explotaciones de bosques agropecuarias e industriales y lucro cesante hasta que la situación vuelva a su estado anterior, además del coste de las indemnizaciones por ser zona catastrófica.
El Ministerio Fiscal debería interponer una querella por administración desleal contra los Presidentes Caciquias. Prueba su administración desleal la reducción de inversión en previsión de incendios y el aumento del número y magnitud de los daños. Otro tanto ocurrió con la DANA tras la reducción de estructuras de previsión y recursos en adición a la mala gestión; con los homicidios del covid, reducción de sanitarios y recursos sanitarios de gestión pública, etc.
No hacer nada acredita este Estado de las Caciquias, donde coincide que la mayoría de esos Presidentes incendiarios son del mismo partido político de extrema derecha apoyado por el de ultraderecha. También en el caso de la DANA. En el de COVID de Madrid no necesitaron apoyos.
Para los presuntos delincuentes Caciquias la solución es el Código Penal; para los ciudadanos que les votan, ¿?,esperando las migas que caigan de la mesa de Cacicómica?, la que dio Costa en el S. X IX: “escuela pública y despensa”. No chiringuitos privados financiados con dinero público. Eso es lo que hacen estos Presidentes Cacicómicos. Y así nos va.
Abogado.- Doctor en Quimica Industrial.- Secretario General Centro de Estudios Ateneos.
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