
POR ZAMORA Y SU PROVINCIA
Unión social y fusión de ideas para el renacer de nuestra tierra
Eugenio-Jesús de Ávila
Si algún día, pongamos años, en plural, Zamora, ciudad y provincia, crece, habrá que hacer política. Mientras nuestra tierra camine hacia el desierto demográfico, hacia el envejecimiento generalizado, la huida de los jóvenes más preparados y el ahorro de la miseria, deberíamos de olvidarnos de la mala política y desarrollar ideas entre todos para alcanzar el renacimiento de Zamora.
Siendo cada vez somos menos, resulta incomprensible que la siembra del odio recoja tanto fruto de envidia para fabricar mermeladas de rencor. Como he escrito, y dicho, en numerosas ocasiones, en Zamora se le coge tirria al que triunfa, se prefiere el fracaso ajeno al éxito propio. Actitud propia de una sociedad mediocre, donde no se puede pensar en libertad, donde unos cuantos caciques políticos exigen que se ejecuten sus reglas, que nadie reflexione, que nadie ose pedir más lo que el poder entrega.
Aquí las críticas poseen querencia por los toriles de la destrucción. No se aportan ideas que edifiquen medidas para levantar la mansión del progreso, del desarrollo, del futuro. Y, al que se le ocurre algo positivo, el coro de los mediocres actúa, con celeridad, para enterrar ese proyecto singular.
Si yo hubiera sido político -ocupe la decimoquinta posición en la lista de Zamora Sí en las últimas municipales, pero se me condeno al ostracismo- habría hecho propias ideas de otras formaciones, porque todas proponen bocetos intelectuales para avanzar y crecer. En todos los programas electorales municipales, los partidos, los grandes y los pequeños, aprecio ideas que me gustan, incluso me encantan. Cuando sucede, no defino esos planteamientos políticos ni de la zurda ni de la diestra, porque pertenecen al marco de la inteligencia, de los deseos de dar un salto en el tiempo y mejorar la vida de los zamoranos.
Hablar de unión en una sociedad cainita, enferma de apatía antropológica, de viriatismo, de conformismo, parecería una cursilería por mi parte. Ahora bien, con sinceridad, Zamora solo despegará de su anquilosamiento económico, de su degradación demográfica, de su envejecimiento social cuando las ideas y los proyectos unan a una gran mayoría pública. Cuando nuestra tierra alcance un cierto progreso, hagamos política en el sentido peyorativo del término. Mientras hagamos política como la reclamaba Aristóteles, la que nos define como zoon politikón.
Eugenio-Jesús de Ávila
Si algún día, pongamos años, en plural, Zamora, ciudad y provincia, crece, habrá que hacer política. Mientras nuestra tierra camine hacia el desierto demográfico, hacia el envejecimiento generalizado, la huida de los jóvenes más preparados y el ahorro de la miseria, deberíamos de olvidarnos de la mala política y desarrollar ideas entre todos para alcanzar el renacimiento de Zamora.
Siendo cada vez somos menos, resulta incomprensible que la siembra del odio recoja tanto fruto de envidia para fabricar mermeladas de rencor. Como he escrito, y dicho, en numerosas ocasiones, en Zamora se le coge tirria al que triunfa, se prefiere el fracaso ajeno al éxito propio. Actitud propia de una sociedad mediocre, donde no se puede pensar en libertad, donde unos cuantos caciques políticos exigen que se ejecuten sus reglas, que nadie reflexione, que nadie ose pedir más lo que el poder entrega.
Aquí las críticas poseen querencia por los toriles de la destrucción. No se aportan ideas que edifiquen medidas para levantar la mansión del progreso, del desarrollo, del futuro. Y, al que se le ocurre algo positivo, el coro de los mediocres actúa, con celeridad, para enterrar ese proyecto singular.
Si yo hubiera sido político -ocupe la decimoquinta posición en la lista de Zamora Sí en las últimas municipales, pero se me condeno al ostracismo- habría hecho propias ideas de otras formaciones, porque todas proponen bocetos intelectuales para avanzar y crecer. En todos los programas electorales municipales, los partidos, los grandes y los pequeños, aprecio ideas que me gustan, incluso me encantan. Cuando sucede, no defino esos planteamientos políticos ni de la zurda ni de la diestra, porque pertenecen al marco de la inteligencia, de los deseos de dar un salto en el tiempo y mejorar la vida de los zamoranos.
Hablar de unión en una sociedad cainita, enferma de apatía antropológica, de viriatismo, de conformismo, parecería una cursilería por mi parte. Ahora bien, con sinceridad, Zamora solo despegará de su anquilosamiento económico, de su degradación demográfica, de su envejecimiento social cuando las ideas y los proyectos unan a una gran mayoría pública. Cuando nuestra tierra alcance un cierto progreso, hagamos política en el sentido peyorativo del término. Mientras hagamos política como la reclamaba Aristóteles, la que nos define como zoon politikón.
Normas de participación
Esta es la opinión de los lectores, no la de este medio.
Nos reservamos el derecho a eliminar los comentarios inapropiados.
La participación implica que ha leído y acepta las Normas de Participación y Política de Privacidad
Normas de Participación
Política de privacidad
Por seguridad guardamos tu IP
216.73.216.149