EDICIÓN NÚMERO 20
El estado del mundo
Hemos pasado ya un cuarto del siglo XXI y los problemas globales continúan y nos están llevando al desastre. Los dos más graves son, sin duda, la pobreza y la contaminación. El causante de estos males de la humanidad es un sistema económico que prioriza los beneficios por encima de las necesidades de las personas. Una prueba de esto es que Trump continúa insistiendo en echar a los palestinos de su territorio para construir un gran complejo turístico al lado del mar. ¿Cómo es posible esta barbaridad? ¿Cómo es posible que se permita el genocidio israelí contra la población de Gaza?
La pobreza, con unas desigualdades insostenibles, pone de manifiesto que los recursos del planeta están en manos de unos pocos en vez de distribuirlos más equitativamente. Es muy significativa la frase de Gandhi: “En la Tierra hay recursos para todos pero nunca habrá suficiente para la codicia de unos cuantos”.
Una tercera parte de la humanidad acapara y derrocha los alimentos y otros recursos necesarios para vivir las otras dos terceras partes. Todo el mundo tiene derecho a vivir dignamente y es muy injusto que una persona, por el hecho de vivir en una determinada parte del mundo, esté condenada a vivir en la miseria y a pasar todo tipo de penalidades, incluso a morir de hambre. Cómo dijo Nelson Mandela: “Erradicar la pobreza no es un acto de caridad, es un acto de justicia”. Si no hay justicia, no puede haber paz y las guerras continuarán.
En cuando a la contaminación, según un canal de televisión:
- 31 millones de españoles, 2 de cada 3, respiran aire contaminado por encima de los límites tolerables de la OMS. Representa casi el 64% de la población.
- El 81% de los cultivos y de la vegetación están expuestos a niveles de contaminación que los dañan.
- 30.000 muertes anuales son atribuibles a la contaminación, esto representa 17 veces más que los accidentes de tráfico. También 62.000 ingresos hospitalarios anuales son debidos a la contaminación, lo cual supone un coste para la sanidad española de 38.000 millones, el 3’5% de nuestro PIB.
A nivel mundial, las cifras deben de ser parecidas o peores. Los desequilibrios que hay en la naturaleza en forma de tormentas, inundaciones, sequías, ...son provocadas por la actuación de las grandes corporaciones que sobreexplotan el planeta. La Tierra no es nuestra, nosotros somos de la Tierra. Cómo dijo Víctor Hugo:” Produce una inmensa tristeza pensar que la naturaleza habla mientras el género humano no la escucha”. Ante este panorama los principales países, que forman el G8, no hacen nada para parar este grave problema que sufrimos todos nosotros y el planeta. Una vez más, la razón es que los poderosos que lo controlan todo priorizan los beneficios económicos sin tener en cuenta para nada a las personas y al planeta. Consideran a las personas como simples peones en un tablero de ajedrez.
Todos formamos parte de la humanidad y nuestro bienestar está unido al de los otros. Esto lo sabía muy bien León Tolstói, suya es la frase:” He comprendido que mi bienestar solo es posible cuando reconozco mi unidad con todas las personas del mundo, sin excepción”. Si queremos evitar la autodestrucción, ya es hora que nos demos cuenta de esta gran verdad.
Jordi Gas - Catedrático de matemáticas jubilado y exprofesor universitario.
Hemos pasado ya un cuarto del siglo XXI y los problemas globales continúan y nos están llevando al desastre. Los dos más graves son, sin duda, la pobreza y la contaminación. El causante de estos males de la humanidad es un sistema económico que prioriza los beneficios por encima de las necesidades de las personas. Una prueba de esto es que Trump continúa insistiendo en echar a los palestinos de su territorio para construir un gran complejo turístico al lado del mar. ¿Cómo es posible esta barbaridad? ¿Cómo es posible que se permita el genocidio israelí contra la población de Gaza?
La pobreza, con unas desigualdades insostenibles, pone de manifiesto que los recursos del planeta están en manos de unos pocos en vez de distribuirlos más equitativamente. Es muy significativa la frase de Gandhi: “En la Tierra hay recursos para todos pero nunca habrá suficiente para la codicia de unos cuantos”.
Una tercera parte de la humanidad acapara y derrocha los alimentos y otros recursos necesarios para vivir las otras dos terceras partes. Todo el mundo tiene derecho a vivir dignamente y es muy injusto que una persona, por el hecho de vivir en una determinada parte del mundo, esté condenada a vivir en la miseria y a pasar todo tipo de penalidades, incluso a morir de hambre. Cómo dijo Nelson Mandela: “Erradicar la pobreza no es un acto de caridad, es un acto de justicia”. Si no hay justicia, no puede haber paz y las guerras continuarán.
En cuando a la contaminación, según un canal de televisión:
- 31 millones de españoles, 2 de cada 3, respiran aire contaminado por encima de los límites tolerables de la OMS. Representa casi el 64% de la población.
- El 81% de los cultivos y de la vegetación están expuestos a niveles de contaminación que los dañan.
- 30.000 muertes anuales son atribuibles a la contaminación, esto representa 17 veces más que los accidentes de tráfico. También 62.000 ingresos hospitalarios anuales son debidos a la contaminación, lo cual supone un coste para la sanidad española de 38.000 millones, el 3’5% de nuestro PIB.
A nivel mundial, las cifras deben de ser parecidas o peores. Los desequilibrios que hay en la naturaleza en forma de tormentas, inundaciones, sequías, ...son provocadas por la actuación de las grandes corporaciones que sobreexplotan el planeta. La Tierra no es nuestra, nosotros somos de la Tierra. Cómo dijo Víctor Hugo:” Produce una inmensa tristeza pensar que la naturaleza habla mientras el género humano no la escucha”. Ante este panorama los principales países, que forman el G8, no hacen nada para parar este grave problema que sufrimos todos nosotros y el planeta. Una vez más, la razón es que los poderosos que lo controlan todo priorizan los beneficios económicos sin tener en cuenta para nada a las personas y al planeta. Consideran a las personas como simples peones en un tablero de ajedrez.
Todos formamos parte de la humanidad y nuestro bienestar está unido al de los otros. Esto lo sabía muy bien León Tolstói, suya es la frase:” He comprendido que mi bienestar solo es posible cuando reconozco mi unidad con todas las personas del mundo, sin excepción”. Si queremos evitar la autodestrucción, ya es hora que nos demos cuenta de esta gran verdad.
Jordi Gas - Catedrático de matemáticas jubilado y exprofesor universitario.
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