
FUEGO EN EL ALMA
Las cenizas de la pasión
Eugenio-Jesús de Ávila
Se nos escapa agosto por los surcos de la piel. El octavo mes del año, el más caro para mí, porque en el vi la luz primera ha demasiado tiempo, tanto que ya me estorba celebrar mi cumpleaños, nos ha dejado el alma hecha cenizas a los que amamos Zamora.
Me faltan palabras y me sobran las críticas a tirios y troyanos para definir lo que me ha hecho sentir la incapacidad, indolencia y frivolidad políticas. Me duele cada árbol asesinado, cada ciervo, jabalí y corzo abrasados; me amarga el paladar cada colmena que el fuego se llevó al averno de las abejas. Y sueño con las flores que ya no perfumarán los montes sanabreses y de la Carballeda. Y me conmueven las muertes de los hombres que se inmolaron en la defensa de sus tierras, enseres y bienes.
Hace tres años, nos borraron la Sierra de la Culebra, se nos quitaron sus paisajes, se nos devoraron esperanzas, nos violaron la naturaleza virgen. Después de más de mil días no se suturaron aquellas heridas abiertas en la epidermis de nuestra provincia. Y no pasa nada. Y en este 2025, volvieron a despreciarnos, olvidarnos y ningunearnos. Los políticos lloraron lágrimas secas, como actores del teatro clásico español. Ahora, a no tardar, se nos prohibirá soñar, pensar y…amar. He guardado en un cuenco de madera quemada las cenizas de la pasión. No hay nada más triste que una cama vacía, quizá un bosque que se quedó sin otoño.
Eugenio-Jesús de Ávila
Se nos escapa agosto por los surcos de la piel. El octavo mes del año, el más caro para mí, porque en el vi la luz primera ha demasiado tiempo, tanto que ya me estorba celebrar mi cumpleaños, nos ha dejado el alma hecha cenizas a los que amamos Zamora.
Me faltan palabras y me sobran las críticas a tirios y troyanos para definir lo que me ha hecho sentir la incapacidad, indolencia y frivolidad políticas. Me duele cada árbol asesinado, cada ciervo, jabalí y corzo abrasados; me amarga el paladar cada colmena que el fuego se llevó al averno de las abejas. Y sueño con las flores que ya no perfumarán los montes sanabreses y de la Carballeda. Y me conmueven las muertes de los hombres que se inmolaron en la defensa de sus tierras, enseres y bienes.
Hace tres años, nos borraron la Sierra de la Culebra, se nos quitaron sus paisajes, se nos devoraron esperanzas, nos violaron la naturaleza virgen. Después de más de mil días no se suturaron aquellas heridas abiertas en la epidermis de nuestra provincia. Y no pasa nada. Y en este 2025, volvieron a despreciarnos, olvidarnos y ningunearnos. Los políticos lloraron lágrimas secas, como actores del teatro clásico español. Ahora, a no tardar, se nos prohibirá soñar, pensar y…amar. He guardado en un cuenco de madera quemada las cenizas de la pasión. No hay nada más triste que una cama vacía, quizá un bosque que se quedó sin otoño.
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