IDA Y VUELTA
Fuego: entre el miedo y la tristeza
Laura Fernández Salvador
![[Img #101338]](https://eldiadezamora.es/upload/images/08_2025/2146_5064_laura.jpg)
Los incendios en España y, por supuesto, por la parte que nos toca, en Zamora, han sido devastadores durante este mes de agosto. Y no es la primera vez. En nuestro recuerdo aún queda el terrible fuego que arrasó con La Culebra hace tan solo tres años.
Y es que, aunque todos los veranos podamos ver en televisión como arde alguna parte de nuestro país, este 2025 lo hemos vuelto a sufrir en vivo y en directo. Hemos respirado el humo, sentido el miedo, y sido desalojados.
Como cambia el cuento cuando lo tienes cerca. Como actúan los nervios, la rabia, y la pena.
En Sanabria, mi segunda casa, hemos vivido el infierno del potente fuego de Porto. Un incendio voraz, que se aproximaba rápidamente a nuestros pueblos y que calcinaba nuestros montes.
Un fuego que provocó el desalojo de muchos pueblos, doce en total, entre ellos el mío. Algo que nunca piensas que te va a pasar a ti. Otra experiencia a sumar dentro de la colección de malos recuerdos de los últimos años. Pandemia, filomena, apagón, evacuación por incendio… Miedo me da la siguiente, ya que tras muchos años de plácida tranquilidad parece que ahora los astros se han puesto de acuerdo para ponernos a prueba cada poco tiempo.
Y la reacción no siempre es la esperada. Ni salimos más fuertes, ni salimos mejores. Se nos olvida. Pero eso sí, el día que nos pasa… Ay el día que nos pasa.
Cada uno reacciona de una manera, algunos le restan importancia o niegan la evidencia, mientras otros pierden los nervios. Todo normal. Cada uno es cada uno, y ponerse en la piel y en la cabeza de cada afectado es complicado.
En mi recuerdo quedará ese profundo olor a quemado, el humo inundando el pueblo, y los nervios de la gente. El éxodo a la ciudad adelantado en un final de verano improvisado con la mayoría de los coches preparándose para salir a toda prisa. Las llamadas y los mensajes. La emoción en el último abrazo de despedida de una querida amiga y vecina.
Un incendio devastador, como los múltiples que hemos sufrido en este lamentable agosto, que deja a Sanabria tocada, a sus habitantes descolocados, y a sus bosques quemados.
Una tierra en la que con el fuego entró el miedo y la tristeza. Emociones de las que las que nadie está vacunado, pero de las que seguro los sanabreses, como por desgracia tantos otros, acabarán curándose.
Los incendios en España y, por supuesto, por la parte que nos toca, en Zamora, han sido devastadores durante este mes de agosto. Y no es la primera vez. En nuestro recuerdo aún queda el terrible fuego que arrasó con La Culebra hace tan solo tres años.
Y es que, aunque todos los veranos podamos ver en televisión como arde alguna parte de nuestro país, este 2025 lo hemos vuelto a sufrir en vivo y en directo. Hemos respirado el humo, sentido el miedo, y sido desalojados.
Como cambia el cuento cuando lo tienes cerca. Como actúan los nervios, la rabia, y la pena.
En Sanabria, mi segunda casa, hemos vivido el infierno del potente fuego de Porto. Un incendio voraz, que se aproximaba rápidamente a nuestros pueblos y que calcinaba nuestros montes.
Un fuego que provocó el desalojo de muchos pueblos, doce en total, entre ellos el mío. Algo que nunca piensas que te va a pasar a ti. Otra experiencia a sumar dentro de la colección de malos recuerdos de los últimos años. Pandemia, filomena, apagón, evacuación por incendio… Miedo me da la siguiente, ya que tras muchos años de plácida tranquilidad parece que ahora los astros se han puesto de acuerdo para ponernos a prueba cada poco tiempo.
Y la reacción no siempre es la esperada. Ni salimos más fuertes, ni salimos mejores. Se nos olvida. Pero eso sí, el día que nos pasa… Ay el día que nos pasa.
Cada uno reacciona de una manera, algunos le restan importancia o niegan la evidencia, mientras otros pierden los nervios. Todo normal. Cada uno es cada uno, y ponerse en la piel y en la cabeza de cada afectado es complicado.
En mi recuerdo quedará ese profundo olor a quemado, el humo inundando el pueblo, y los nervios de la gente. El éxodo a la ciudad adelantado en un final de verano improvisado con la mayoría de los coches preparándose para salir a toda prisa. Las llamadas y los mensajes. La emoción en el último abrazo de despedida de una querida amiga y vecina.
Un incendio devastador, como los múltiples que hemos sufrido en este lamentable agosto, que deja a Sanabria tocada, a sus habitantes descolocados, y a sus bosques quemados.
Una tierra en la que con el fuego entró el miedo y la tristeza. Emociones de las que las que nadie está vacunado, pero de las que seguro los sanabreses, como por desgracia tantos otros, acabarán curándose.
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