EL BECARIO TARDIO
Escribir o no sobre incendios
Esteban Pedrosa
![[Img #101339]](https://eldiadezamora.es/upload/images/08_2025/8527_1452_pedrosa.jpg)
Según está el panorama, lo manido y socorrido sería ponerse a escribir sobre incendios y no lo voy a hacer, para no caer en contradicciones, tal y como se viene hablando de ellos, con sus bulos, dobles sentidos, baturrillo incluso de los técnicos o más versados en el asunto, que no se ponen de acuerdo y tiran de su color político en muchas ocasiones para posicionarse.
Cuando un político habla de un pacto al respecto, la oposición se ríe y no se le ocurre ni siquiera intentarlo, principalmente, por temor a lo desconocido, no siendo que no sea un farol y se les quede cara de póker.
Es tan sencillo como sentarse, pero con la novedad de dejar los micrófonos abiertos -luz y taquígrafos- incluso con algún moderador como lo pudiera ser el defensor de pueblo u otro actor de contrastada bonhomía. De lo contrario, ya se sabe: uno de los partidos políticos pondría en boca de su antónimo cosas que no ha dicho -o sí- y entre desmentidos y mentiras, sería más de lo mismo y a lo que ya estamos acostumbrados.
En el pueblo de mis padres, el de mi niñez, de escasa zona arbórea, recuerdo de aquellos años algún pequeño incendio en el cereal y me enteré más que nada, porque las campanas llamaron para apagarlo, tan sabiamente tocadas por los críos del lugar, con la misma facilidad que las hacían sonar para una boda, un bautizo o un entierro, por poner algunos ejemplos.
Cuento esto porque tardé en tomar conciencia -la que tengo hoy día- del problema de los incendios y debió de ser con el eslogan “Cuando un monte se quema, algo tuyo se quema”, en aquellos anuncios televisivos que protagonizaron distintos personajes públicos, entre ellos Serrat.
Total, que no pensaba escribir de incendios en esta columna, pero me temo que no he cumplido mi palabra y no puedo por menos que recordarles que es verdad, que algo nuestro se quema en estos inhumanos incendios, que luego los políticos se encargan de dimensionar, aunque me quedo con ganas de usar el verbo avivar.
Según está el panorama, lo manido y socorrido sería ponerse a escribir sobre incendios y no lo voy a hacer, para no caer en contradicciones, tal y como se viene hablando de ellos, con sus bulos, dobles sentidos, baturrillo incluso de los técnicos o más versados en el asunto, que no se ponen de acuerdo y tiran de su color político en muchas ocasiones para posicionarse.
Cuando un político habla de un pacto al respecto, la oposición se ríe y no se le ocurre ni siquiera intentarlo, principalmente, por temor a lo desconocido, no siendo que no sea un farol y se les quede cara de póker.
Es tan sencillo como sentarse, pero con la novedad de dejar los micrófonos abiertos -luz y taquígrafos- incluso con algún moderador como lo pudiera ser el defensor de pueblo u otro actor de contrastada bonhomía. De lo contrario, ya se sabe: uno de los partidos políticos pondría en boca de su antónimo cosas que no ha dicho -o sí- y entre desmentidos y mentiras, sería más de lo mismo y a lo que ya estamos acostumbrados.
En el pueblo de mis padres, el de mi niñez, de escasa zona arbórea, recuerdo de aquellos años algún pequeño incendio en el cereal y me enteré más que nada, porque las campanas llamaron para apagarlo, tan sabiamente tocadas por los críos del lugar, con la misma facilidad que las hacían sonar para una boda, un bautizo o un entierro, por poner algunos ejemplos.
Cuento esto porque tardé en tomar conciencia -la que tengo hoy día- del problema de los incendios y debió de ser con el eslogan “Cuando un monte se quema, algo tuyo se quema”, en aquellos anuncios televisivos que protagonizaron distintos personajes públicos, entre ellos Serrat.
Total, que no pensaba escribir de incendios en esta columna, pero me temo que no he cumplido mi palabra y no puedo por menos que recordarles que es verdad, que algo nuestro se quema en estos inhumanos incendios, que luego los políticos se encargan de dimensionar, aunque me quedo con ganas de usar el verbo avivar.
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