Un país repleto de opiniones

Es curioso como en los últimos años han crecido analistas políticos a la sombra de la oportunidad, oportunidad que en este país suele ser hija del conflicto, la mala leche o el desastre. Por supuesto, la nuestra siempre ha sido tierra prolija en tertulias y en sus integrantes, y es que España es un país repleto de opiniones que se reparten en individuos deseosos de expresarla. La vía es lo de menos : la barra del bar, la radio afín a tal partido, el programa de televisión tal, la columna de opinión cual..., y es que la cosa es que existen pocos «profesionales de la opinión» que entre sus análisis y disertaciones no te cuelen, con más o menos sutilidad, sus propios pareceres, con la correspondiente carga ideológica y toda la contaminación social. Esto es normal si tenemos en cuenta que la objetividad no existe, que Pedro Sánchez puede caer mejor o peor, que Feijóo ha ido aumentando su fama desde que era el amo de las rías gallegas, y que se nos había olvidado en qué se ha convertido por ejemplo Albert Rivera. Mantenerse al margen de esto es imposible, como lo es asumir que muchos vamos a tener que resignarnos a un nuevo Gobierno de Sánchez si el PP no cambia su discurso. Sí, yo no voy a deslizar mi opinión como si fuera una verdad científica, a mí todo esto me toca la moral, y mucho, e incluso me causa dolor de cabeza. De hecho es normal que esta gente sea la que más habla, ya que quienes de verdad conocen el tema prefieren verlas venir, y algún día tal vez hablen de otras versiones del cuento que pueden no gustar tanto, igual que no gusta hablar por ejemplo de los GAL. La Tierra sigue girando, con todos los movimientos simultáneos que eso implica : Feijóo se las promete felices, el PSOE caerá y resurgirá en otra forma diferente, cosa que es grave, porque hace muchos  años que se volvió un partido irreconocible para mucha gente.