Zamora, presente y futuro

Las horas del día se evaporan con más rapidez de la que quisiera y, casi sin darme cuenta, llega la noche y con ella la sensación de haber perdido un día más de vida, y de estar más cerca del ocaso.

Zamora apacigua mis temores, calma la agitación y previene el estrés que hallaré más tarde en la gran ciudad; por eso intento apurar cada momento: cuando salgo a la calle, cuando me siento en un mirador o una terraza para absorber el tiempo en cada uno de sus segundos, ya sea viendo como transita la gente o meditando mientras Pero Mato me contempla desde lo alto de la iglesia de San Juan, o las enormes cigüeñas desde sus nidos tocando el cielo.

Zamora es el refugio soñado, no anhelo otra cosa, solo que la belleza de sus calles y de sus monumentos se mantenga, que no se abandone el mantenimiento de sus templos románicos ni de sus edificios modernistas, que se embellezca todo lo posible cada rincón para que el turista no tenga tiempo de guardar su móvil porque todo es digno de apresarlo como recuerdo en una fotografía y luego, en sus lugares de destino, publicitar este rincón que todavía mucha gente desconoce.

Los zamoranos con su carácter parco son, sin embargo, amables y saben recibir y tratar a los visitantes; a ellos hemos de ofrecerles la calidad de nuestros productos y esta luz especial que no tienen otras ciudades.

Agrada ver como se embellecen las calles y las entradas a la capital que han costado mucho trabajo y no pocas molestias para los vecinos, pero muchas ya están terminadas, a falta solo de la señal oportuna, casi cerradas las rotondas, finalizados los bulevares e instaladas las farolas que iluminarán la entrada a la ciudad por la noche. Estos trabajos, siempre molestos, que es preciso soportar van, sin embargo, a buen ritmo y cada vez que paso por alguna de esas avenidas, siempre veo trabajadores y máquinas funcionando sin parar, no como en otros lugares donde hacen gala del refrán español: “de tres operarios, uno trabaja y dos miran”. Este no es el caso de nuestra ciudad.

Zamora tiene que prepararse para dos eventos importantísimos: Las Edades del Hombre y la llegada de los militares a Monte La Reina; se espera que en ambos casos la ciudad reciba un importante número de turistas y deseamos que se asienten en la capital el mayor número de militares y sus familias aumentando con ello la población con esa gente joven de la que Zamora está tan necesitada.

Mª Soledad Martín Turiño