NOTAS DEL PENSAMIENTO
Somos lo que fuimos, somos y seremos
José Antonio Ávila López
![[Img #101486]](https://eldiadezamora.es/upload/images/09_2025/7370_9394_8226_9948_1018_2907_7198_8176_2402_7201_6632_9597_7602_jose-antonio-avila-lopez.jpg)
Andando por la calle, hablando por teléfono, compartiendo casa, trabajo, vivencias, coincidiendo en un ascensor, en una tienda, en la cola de algún supermercado, escuchando gritar, o hablar, viéndolos pasar en coche, o en autobús, o en bicicleta, oliéndonos, tocándonos... Tenemos miles de contactos con personas de las que sólo sabemos su exterior o lo que desprende su personalidad y somos capaces de percibir a través de nuestros cinco sentidos, pero no tenemos una idea precisa de la gente, aunque cualquiera de ellos fuese extremadamente conocido para cada uno, aunque se tratase de un compañero de trabajo, un amigo de toda la vida, cualquier familiar o incluso unos padres. Pongamos ejemplos: el hombre desagradable en la ventanilla de una Administración podría haber llegado a ser un deportista de élite, querido por la afición, admirado por sus fans; la cantante con éxito que es envidiada por los jóvenes adolescentes podría estar hoy día en la cola del paro; el exitoso empresario que sale de la puerta de su casa directamente al coche conducido por su chofer particular, sin necesidad de contacto con la plebe, podría haber nacido en cualquier otro lugar, quizá en una simple casa más a la izquierda, y anhelar el contacto humano que hoy desprecia al estar sufriendo el abandono y el olvido de las mismas personas que ayer constituían su inabarcable cartera de clientes; el vagabundo que está sentado en la avenida, con barba larga, con un perro, con cartones y mantas, que pasa las noches al raso, podría haber sido un corresponsal de prestigio que cuenta sus vivencias en algún periódico... ¿Cómo percibiríamos a la gente si supiésemos no sólo lo que son, sino lo que podrían llegar a ser, o lo que habrían sido si sus circunstancias hubiesen sido otras? ¿Cómo las consideraríamos si supiésemos las razones de por qué eligieron una cosa y no otra, o si fuésemos conscientes que su único fallo fue no estar en el lugar indicado ni en el momento preciso? No somos sólo lo que somos. Somos mucho más. Somos lo que somos ahora, y lo que seremos mañana, y, también, lo que fuimos ayer.
Andando por la calle, hablando por teléfono, compartiendo casa, trabajo, vivencias, coincidiendo en un ascensor, en una tienda, en la cola de algún supermercado, escuchando gritar, o hablar, viéndolos pasar en coche, o en autobús, o en bicicleta, oliéndonos, tocándonos... Tenemos miles de contactos con personas de las que sólo sabemos su exterior o lo que desprende su personalidad y somos capaces de percibir a través de nuestros cinco sentidos, pero no tenemos una idea precisa de la gente, aunque cualquiera de ellos fuese extremadamente conocido para cada uno, aunque se tratase de un compañero de trabajo, un amigo de toda la vida, cualquier familiar o incluso unos padres. Pongamos ejemplos: el hombre desagradable en la ventanilla de una Administración podría haber llegado a ser un deportista de élite, querido por la afición, admirado por sus fans; la cantante con éxito que es envidiada por los jóvenes adolescentes podría estar hoy día en la cola del paro; el exitoso empresario que sale de la puerta de su casa directamente al coche conducido por su chofer particular, sin necesidad de contacto con la plebe, podría haber nacido en cualquier otro lugar, quizá en una simple casa más a la izquierda, y anhelar el contacto humano que hoy desprecia al estar sufriendo el abandono y el olvido de las mismas personas que ayer constituían su inabarcable cartera de clientes; el vagabundo que está sentado en la avenida, con barba larga, con un perro, con cartones y mantas, que pasa las noches al raso, podría haber sido un corresponsal de prestigio que cuenta sus vivencias en algún periódico... ¿Cómo percibiríamos a la gente si supiésemos no sólo lo que son, sino lo que podrían llegar a ser, o lo que habrían sido si sus circunstancias hubiesen sido otras? ¿Cómo las consideraríamos si supiésemos las razones de por qué eligieron una cosa y no otra, o si fuésemos conscientes que su único fallo fue no estar en el lugar indicado ni en el momento preciso? No somos sólo lo que somos. Somos mucho más. Somos lo que somos ahora, y lo que seremos mañana, y, también, lo que fuimos ayer.
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