Martes, 09 de Septiembre de 2025

Eugenio-Jesús de Ávila
Domingo, 07 de Septiembre de 2025
COSAS DE DE LA BIEN CERCADA

Cúpula y Torre de la Catedral: Tesis, antítesis y síntesis de Zamora

Eugenio-Jesús de Ávila

 

Me he abrazado tres veces a la cúpula de la Catedral. Sentí que mi alma se llenaba de medioevo. Habló conmigo de su vida, de cómo ha cambiado Zamora, pero le resulta paradójico que los zamoranos, después de tantos siglos desde su fundación, todavía no se les consideren ciudadanos, una categoría que se adquiere cuando exiges cuentas al poder, cuando te rebelas, pero no solo como leyenda en una camiseta “progre”, y si criticas a los políticos que gobiernan.

 

La cúpula, sin que me lo expresara con verbos gallonados, sé que se siente muy orgullosa de su fisionomía. No la hay más guapa en España, ni tan siquiera sus hermanas de Salamanca, Plasencia y Toro; las estima mucho, pero la zamorana marcó estilo, una elegancia de top model del arte románico. Hubo un tiempo que cubrieron su epidermis de materiales paupérrimos. Decisiones ridículas, propias de la gente sin sensibilidad, de una Iglesia diabólica, de una fe estúpida. Todavía se despierta de madrugada pensando que su belleza sigue escondida.

 

Su mejor amiga es la torre, una señora románica muy grandona, gruesa y ancha, alta y orgullosa de su aspecto físico, aunque ese reloj que introdujeron en su piel, no le gusta nada, no le pega con su epidermis.  Ambos bellezones medievales mantienen debates hegelianos, aquello de tesis, antítesis y síntesis. Zamora es una ciudad. Zamora no es una ciudad. Zamora no existe.

 

Discuten mucho sobre el futuro de la urbe, porque recuerdan su época de esplendor, cuando ellas nacieron y durante unos cuantos siglos más. Afirman que los zamoranos de ahora no se parecen nada a sus paisanos medievales, ni tienen nada que ver con los del barroco.  El franquismo murió como sistema político, pero la gente que vive aquí sigue siendo pusilánime, conformista, sin fuste. Se lo cree todo. No protesta.  Y si se actúa con tanta cobardía significa que no se quiere a Zamora.

 

En las tres ocasiones que accedí a su jerarquía monumental, la piropeé. Verbigracia: “Eres el seno más hermoso y descomunal que he abrazado; antes de subir a seducirte, te observaba desde la tierra y te guiñaba el ojo. Pero despreciabas mis miradas en forma de sonetos”. Sé que, desde muy joven, me alimenté intelectualmente de la cúpula de la Catedral.

 

Los zamoranos llevamos tatuada la cúpula de la Catedral en el alma. Y sostengo que al escudo de nuestra ciudad le falta ella en un espacio, verbigracia, retirar la corona y colocar la cúpula en su lugar. Pero son ideas de una enamorado de la ciudad del alma.   

 

 

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