
COSAS DE AQUÍ
Zamora, una ciudad con el alma incinerada
Eugenio-Jesús de Ávila
Ha tiempo que incineraron el alma colectiva de Zamora. Ahora, nuestra provincia comparte las cenizas que dejan los fuegos y los políticos con las propias de su espíritu. La apatía antropológica impide que los zamoranos protesten y exijan más y más responsabilidades a los administradores de sus impuestos, que no otra cosa son los que rigen la res pública, los políticos.
Esta mañana, la manifestación en contra de los fuegos políticos evidenció la muerte social de nuestra provincia. Protagonistas de la reunión sindicalistas, gentes de las izquierdas y escasa representación se nuestra sociedad, más algunos damnificados de los incendios. Poco pueblo, al mediodía, en la sosa plaza de La Marina. Por supuesto, ningún representante del PP. Lógico. ¡Cómo se van a manifestar contra su presidente y secretario general de Castilla y León! Nunca he conocido tampoco a militantes socialistas manifestándose contra Sánchez, ni cuando la amnistía a los golpistas y separatistas, ni pedirle cuentas por el retraso de las obras de la N-122 para su transformación en autovía, ni lo de Monte la Reina. Lógico. Renunciar a cargos muy bien renumerados por priorizar la defensa de los zamoranos sería propio de políticos de la Atenas del siglo V a.C, émulos de Pericles y Aspasia.
Si Zamora no fuese ceniza, si destacase por su rebeldía, si hubiera una mayoría de ciudadanos, no de súbditos, esta mañana del estío septembrino, ¡qué menos que 5.000 personas se habrían dado cita en La Marina! Y si los diputados, senadores y procuradores los eligiese el pueblo y la nomenclatura de los partidos nacionales, habríamos saludado a los diputados, senadores y procuradores del PP. Pero, desde que lo advirtiera Alfonso Guerra, ya se sabe que el político que se mueve no sale en la fotografía.
Hay una Zamora quemada que vota, como vive, por inercia; que no quiere pensar, porque hace daño; que se sabe condenada al ostracismo político. Esa Zamora dejó de creer en su futuro cuando se quedó sin memoria, atrapada en el tiempo pretérito. Una Zamora en la que los minutos duran 70 segundos que la han conducido a una España decimonónica, donde el caciquismo ejercía su poder omnímodo. Ahora existe otro caciquismo, sin nobleza, sin preparación, que se ejerce desde las administraciones públicas.
Recuerdo ahora aquellos versos del gran Claudio Rodríguez, un aldabonazo en la puerta de mi memoria, una llamada a esta Zamora moribunda: “Todos llevamos una ciudad dentro, ciudad que nos alienta y nos acusa, la ciudad del alma”. ¡Qué pena que llevemos dentro una ciudad de cenizas sin posibilidad de que surja el Ave Fénix!
Eugenio-Jesús de Ávila
Ha tiempo que incineraron el alma colectiva de Zamora. Ahora, nuestra provincia comparte las cenizas que dejan los fuegos y los políticos con las propias de su espíritu. La apatía antropológica impide que los zamoranos protesten y exijan más y más responsabilidades a los administradores de sus impuestos, que no otra cosa son los que rigen la res pública, los políticos.
Esta mañana, la manifestación en contra de los fuegos políticos evidenció la muerte social de nuestra provincia. Protagonistas de la reunión sindicalistas, gentes de las izquierdas y escasa representación se nuestra sociedad, más algunos damnificados de los incendios. Poco pueblo, al mediodía, en la sosa plaza de La Marina. Por supuesto, ningún representante del PP. Lógico. ¡Cómo se van a manifestar contra su presidente y secretario general de Castilla y León! Nunca he conocido tampoco a militantes socialistas manifestándose contra Sánchez, ni cuando la amnistía a los golpistas y separatistas, ni pedirle cuentas por el retraso de las obras de la N-122 para su transformación en autovía, ni lo de Monte la Reina. Lógico. Renunciar a cargos muy bien renumerados por priorizar la defensa de los zamoranos sería propio de políticos de la Atenas del siglo V a.C, émulos de Pericles y Aspasia.
Si Zamora no fuese ceniza, si destacase por su rebeldía, si hubiera una mayoría de ciudadanos, no de súbditos, esta mañana del estío septembrino, ¡qué menos que 5.000 personas se habrían dado cita en La Marina! Y si los diputados, senadores y procuradores los eligiese el pueblo y la nomenclatura de los partidos nacionales, habríamos saludado a los diputados, senadores y procuradores del PP. Pero, desde que lo advirtiera Alfonso Guerra, ya se sabe que el político que se mueve no sale en la fotografía.
Hay una Zamora quemada que vota, como vive, por inercia; que no quiere pensar, porque hace daño; que se sabe condenada al ostracismo político. Esa Zamora dejó de creer en su futuro cuando se quedó sin memoria, atrapada en el tiempo pretérito. Una Zamora en la que los minutos duran 70 segundos que la han conducido a una España decimonónica, donde el caciquismo ejercía su poder omnímodo. Ahora existe otro caciquismo, sin nobleza, sin preparación, que se ejerce desde las administraciones públicas.
Recuerdo ahora aquellos versos del gran Claudio Rodríguez, un aldabonazo en la puerta de mi memoria, una llamada a esta Zamora moribunda: “Todos llevamos una ciudad dentro, ciudad que nos alienta y nos acusa, la ciudad del alma”. ¡Qué pena que llevemos dentro una ciudad de cenizas sin posibilidad de que surja el Ave Fénix!
Verguenza | Domingo, 14 de Septiembre de 2025 a las 17:03:47 horas
Espero que en las próximas elecciones Zamora salga de esta modorra insoportable, que cesen de una vez el Consejero de Medio ambiente y al Director General son los responsables de los ineptos que hay en la Junta. Que depuren a todos los que han tenido responsabilidad en la extincion de los incendios como técnicos directores de extinción
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