Jueves, 18 de Septiembre de 2025

Mª Soledad Martín Turiño
Jueves, 18 de Septiembre de 2025
ZAMORA

¿Qué es Zamora?

[Img #101757]Zamora es piedra, agua y cielo. La piedra que conforma sus murallas, su pavimento, sus construcciones, los templos, la catedral; piedra que cambia de color dependiendo de cómo incida sobre ella la luz del sol, y que perfuma el ambiente de una forma indefinible cuando la baña la lluvia; porque Zamora también es agua, el agua del Duero que la circunda, ese rio de amplio cauce en cuyas laderas o en las isletas que lo salpican se pasean cormoranes y todo tipo de aves que acuden a sus aguas para conseguir alimento.

 

El rio dio pie a las aceñas: junto al casco urbano y siguiendo el curso de la corriente: Pinilla, Cabañales y Olivares; y aguas abajo: Gijón (que data del siglo XII y está en ruinas), y Los Pisones.

 

También cobran importancia los puentes que atraviesan el rio: el Puente Viejo o de Olivares, (de los que apenas son visibles unos restos cercanos a la playa de los Pelambres; no se conoce su datación exacta ni tampoco el motivo de su abandono), el Puente de Piedra (siglo XII) que es el más antiguo; el Puente de Hierro, el de Los Tres Árboles y el del Ferrocarril, que se construyeron en el siglo XX; y el más reciente es el de Los Poetas, que fue inaugurado en 2013.

 

Zamora también es cielo, de un azul turquesa inigualable, un cielo sembrado de gorriones, palomas, cigüeñas y mirlos que hacen sus cabriolas a la vista de todos para regocijarnos con sus acrobacias, que vuelan en grupo o en solitario, que se elevan y luego caen en picado…, y dan una gracia especial a la ciudad, distrayéndola y dotándola de vida.

 

Zamora es esto, pero Zamora es más; son las costumbres: la actividad que se paraliza a mediodía para reanudarse tras la comida y el posterior sesteo dejando las calles expeditas de gente, casi desiertas; el placer de degustar un delicioso helado en la calle, caminando o sentados en La Marina; llenar las terrazas de la Plaza Mayor, un puesto inigualable para los curiosos desde donde pueden vislumbrar a los caminantes que utilizan esa zona como paso obligado; o el paseo, ya sea matutino o vespertino, cuyo recorrido va desde el comienzo de Santa Clara hasta la catedral y vuelta, para ver y ser vistos, un trayecto hermoso que combina la modernidad con la parte más clásica de la ciudad y que los zamoranos recorremos como un rito, como lo hacían los vetustenses de Clarín cuando paseaban a diario por El Espolón.

 

Zamora, la Perla del Duero, la ciudad del Románico, la Bien Cercada, la que no se ganó en una hora… denominaciones diferentes para una urbe de ensueño que invita a apreciarla en cada época del año, a recorrer sus calles, a visitar sus monumentos, o a soñar despierto desde cualquier mirador o placita teniendo como testigo una historia que se manifiesta en cada rincón.

 

Mª Soledad Martín Turiño

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