
DENUNCIAS
Terminan las obras de Cardenal Cisneros, pero los peatones siguen sufriendo sus aceras
El Ayuntamiento se prepara para recibir la titularidad de una avenida con carencias
La avenida Cardenal Cisneros luce obra nueva, pero no del todo. Las máquinas se han marchado, la calzada se reorganiza con nuevas rotondas y el tráfico parece fluir con más orden, o no. Sin embargo, los peatones siguen tropezando con los mismos viejos problemas: unas aceras maltrechas que acumulan años de parches y deficiencias.
El Ayuntamiento de Zamora ya intentó resolver esta cuestión hace apenas unos años, cuando asumió con fondos propios la reposición integral de las aceras, a pesar de que la vía era y aún es de titularidad ministerial. Una inversión municipal en una calle que ni siquiera era suya, presentada entonces como un gesto de responsabilidad para mejorar uno de los principales accesos a la ciudad. Hoy, esa actuación se revela como un fracaso los adoquines se levantan, se hunden, y convierten el paseo en un pequeño campo de obstáculos.
La técnica empleada en su momento, con una base de arena sobre mortero de hormigón, no ha resistido ni el paso del tiempo ni la presión del arbolado. El resultado son superficies irregulares que suponen un riesgo constante de caídas. Y mientras tanto, la reciente remodelación de la calzada ha pasado de largo ante esta evidencia. Solo se han ensanchado algunos cruces, pero la esencia del problema permanece intacta.
Lo más preocupante es que se ha perdido una oportunidad clara. Si se estaba invirtiendo en la humanización de la avenida, ¿por qué no actuar de una vez sobre las aceras? ¿Por qué volver a cargar a los vecinos con una herencia de defectos que, tarde o temprano, habrá que pagar de nuevo? El proyecto se vende como una mejora integral, pero deja sin atender la parte más frágil y más usada por la ciudadanía: el espacio peatonal.
Ahora el Ayuntamiento se prepara para recibir la titularidad de la vía. Será entonces cuando la factura de las carencias llegue de verdad a las arcas municipales. Y con ella, la incómoda pregunta: ¿quién asumirá la responsabilidad de que, tras dos reformas en pocos años, los problemas sigan exactamente en el mismo sitio? En definitiva, Cardenal Cisneros estrena cara, pero con pies de barro. Y, en esos pies, los vecinos ya saben bien donde tropiezan.
La avenida Cardenal Cisneros luce obra nueva, pero no del todo. Las máquinas se han marchado, la calzada se reorganiza con nuevas rotondas y el tráfico parece fluir con más orden, o no. Sin embargo, los peatones siguen tropezando con los mismos viejos problemas: unas aceras maltrechas que acumulan años de parches y deficiencias.
El Ayuntamiento de Zamora ya intentó resolver esta cuestión hace apenas unos años, cuando asumió con fondos propios la reposición integral de las aceras, a pesar de que la vía era y aún es de titularidad ministerial. Una inversión municipal en una calle que ni siquiera era suya, presentada entonces como un gesto de responsabilidad para mejorar uno de los principales accesos a la ciudad. Hoy, esa actuación se revela como un fracaso los adoquines se levantan, se hunden, y convierten el paseo en un pequeño campo de obstáculos.
La técnica empleada en su momento, con una base de arena sobre mortero de hormigón, no ha resistido ni el paso del tiempo ni la presión del arbolado. El resultado son superficies irregulares que suponen un riesgo constante de caídas. Y mientras tanto, la reciente remodelación de la calzada ha pasado de largo ante esta evidencia. Solo se han ensanchado algunos cruces, pero la esencia del problema permanece intacta.
Lo más preocupante es que se ha perdido una oportunidad clara. Si se estaba invirtiendo en la humanización de la avenida, ¿por qué no actuar de una vez sobre las aceras? ¿Por qué volver a cargar a los vecinos con una herencia de defectos que, tarde o temprano, habrá que pagar de nuevo? El proyecto se vende como una mejora integral, pero deja sin atender la parte más frágil y más usada por la ciudadanía: el espacio peatonal.
Ahora el Ayuntamiento se prepara para recibir la titularidad de la vía. Será entonces cuando la factura de las carencias llegue de verdad a las arcas municipales. Y con ella, la incómoda pregunta: ¿quién asumirá la responsabilidad de que, tras dos reformas en pocos años, los problemas sigan exactamente en el mismo sitio? En definitiva, Cardenal Cisneros estrena cara, pero con pies de barro. Y, en esos pies, los vecinos ya saben bien donde tropiezan.
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