Políticos en las galaxias

Me visita mi extraterrestre favorito después de dos años sin saber de él y, si así lo nombro, es más por mimetismo que por razones obvias, puesto que se trata del único extraterrestre que conozco o con el que tengo contacto y ese favoritismo no se lo ha ganado en la comparación con alguien. Es curioso lo suyo, según me va contando, siempre en una única versión que doy por cierta. Al principio, cuando llegó a la Tierra, fueron tales sus ansias por empaparse de nuestras costumbres que probó de todo y acabó con adicción al porro.

-Imagínate cando llegue a mi planeta en esas condiciones –me hizo saber- y contando las cosas que contaba de aquí, tan impensables, tan increíbles que no me daban crédito y lo achacaban todo a mi adicción, así que he estado todo este tiempo curándome, reconduciéndome y, cuando me han visto en condiciones, me han vuelto a soltar aquí.

-Pero lo que has contado es cierto, lo has visto con tus propios ojos y no se trata de una jugarreta de tu imaginación, condicionada por los porros.

-Y ahí está el principal problema –me dice, compungido-. Cuando vuelva y siga contando la realidad, pensarán que he vuelto a fumar y ya no me mandarán aquí. Otro vendrá en mi lugar.

-Pero el que venga contará lo mismo. No hay otra realidad.

-Ya, pero yo quiero seguir aquí.

-Pues ya me contarás.

-Cuando me llamen a rendir cuentas, mentiré; contaré otra realidad. Nunca creerán, entre cosas, que los políticos, encargados de hacer leyes contra los ladrones, son los que más roban. Sería mi perdición. ¿Quién puede creer eso?

Siempre hemos venido a decir que estaría bueno que solo hubiera vida en la tierra, como un planeta único y, si se supiera que lo hay, estaría bueno que los políticos también camparían allí a sus anchas y ya no serían solo los humanos los de esa mala condición.

Preguntado, mi extraterrestre favorito, por esta circunstancia, me dice que aquí se acaba sabiendo todo, “mientras que allí…” me dice de forma enigmática.