
PROTESTAS
Voces de protesta: solidaridad con Gaza y la flotilla internacional
Ángel Encinas relata la organización ciudadana y las tensiones en torno a la ayuda humanitaria rumbo a Palestina
El 1 de octubre de 2025, en el marco de las crecientes manifestaciones por la situación en Gaza, se llevó a cabo una entrevista con Ángel Encinas, uno de los ciudadanos implicados en la organización de las protestas. Su testimonio refleja el sentir de un grupo cada vez más numeroso que, a través de redes sociales como WhatsApp, ha articulado iniciativas de protesta pacífica en solidaridad con el pueblo palestino.
Encinas explicó que el movimiento en su ciudad nació de manera espontánea, replicando acciones que ya se habían realizado en otros lugares de España. “Hemos organizado una cacerolada todos los miércoles de ocho a ocho y media de la tarde, durante todo este mes. Luego veremos qué haremos en el futuro”, relató. La finalidad de estas concentraciones, según señaló, es expresar el dolor y la disconformidad de la ciudadanía frente a la violencia que atraviesa la región de Gaza.
Ángel destacó que estas acciones locales se suman a otras manifestaciones culturales y sociales que se están celebrando en el país. Recordó, por ejemplo, un acto convocado recientemente por un grupo de escritores, así como la manifestación programada en la Plaza de la Constitución el sábado siguiente.
La protesta también busca visibilizar la situación de la llamada flotilla por Gaza, un convoy marítimo de carácter humanitario que intenta llevar ayuda al enclave palestino. “Hay cerca de 500 personas a bordo y muchos barcos. Si ocurriera algún incidente, tendría repercusiones internacionales muy graves”, advirtió Encinas.
El riesgo es real: las embarcaciones, según señaló, entran en aguas pertenecientes a Gaza pero que Israel considera propias. Ante la amenaza de posibles ataques, incluso con drones, se teme un escenario de provocación o de “falsas banderas” que pondría en peligro a activistas y observadores internacionales. Entre los nombres destacados que participan en la flotilla se mencionan figuras como Ada Colau, exalcaldesa de Barcelona, y la activista climática Greta Thunberg.
En la conversación, Encinas hizo referencia al principio de acuerdo alcanzado entre el presidente estadounidense Donald Trump y el primer ministro israelí Benjamín Netanyahu. A su juicio, no se trata de un verdadero acuerdo, sino de “un ultimátum para una rendición incondicional”.
El entrevistado reconoció que no comparte todos los métodos del movimiento Hamás, pero subrayó que, actualmente, este grupo encabeza la resistencia del pueblo palestino. Criticó que la propuesta planteada por Trump busque convertir Palestina en un “resort, un negocio”, despojando de soberanía a su población.
Uno de los puntos más delicados de la entrevista fue el debate sobre diversidad sexual dentro de la flotilla. Según se difundió, un dirigente palestino habría renunciado a su papel en la expedición por el rechazo a la presencia de colectivos LGTBIQ+ en la misma. Encinas afirmó desconocer detalles sobre ese episodio, aunque defendió que cada persona es libre de tomar sus decisiones.
Asimismo, señaló que la mayoría de los activistas en la flotilla comparten valores occidentales en defensa de la diversidad sexual y los derechos humanos. Respecto a la prohibición de banderas LGTB en Gaza por parte de Hamás, opinó que ese tipo de imposiciones reflejan una visión dogmática que no reconoce la pluralidad de la sociedad.
La indignación ciudadana se traduce, en el caso de Zamora, en caceroladas y manifestaciones semanales, acciones que buscan dar voz a una preocupación que trasciende fronteras. Para Encinas, el paralelismo con la historia europea es inevitable: “No podemos taparnos los oídos ni los ojos, como los alemanes que decían no enterarse de lo que pasaba con los judíos en Auschwitz”.
Hoy, aseguró, la violencia y el sufrimiento se transmiten en tiempo real a través de los telediarios y las redes sociales. Y con esa visibilidad, crece también la responsabilidad de la ciudadanía en alzar la voz.
El caso de la flotilla humanitaria no solo pone en juego la seguridad de cientos de personas, sino también la credibilidad de gobiernos y líderes internacionales. Cualquier ataque tendría un fuerte impacto político contra quienes, como Trump, buscan proyectar una imagen de pacificadores globales.
La protesta, en definitiva, es una forma de solidaridad activa que pretende recordar que, más allá de los acuerdos diplomáticos y de las disputas de poder, hay un pueblo que sufre y que necesita apoyo urgente.
El 1 de octubre de 2025, en el marco de las crecientes manifestaciones por la situación en Gaza, se llevó a cabo una entrevista con Ángel Encinas, uno de los ciudadanos implicados en la organización de las protestas. Su testimonio refleja el sentir de un grupo cada vez más numeroso que, a través de redes sociales como WhatsApp, ha articulado iniciativas de protesta pacífica en solidaridad con el pueblo palestino.
Encinas explicó que el movimiento en su ciudad nació de manera espontánea, replicando acciones que ya se habían realizado en otros lugares de España. “Hemos organizado una cacerolada todos los miércoles de ocho a ocho y media de la tarde, durante todo este mes. Luego veremos qué haremos en el futuro”, relató. La finalidad de estas concentraciones, según señaló, es expresar el dolor y la disconformidad de la ciudadanía frente a la violencia que atraviesa la región de Gaza.
Ángel destacó que estas acciones locales se suman a otras manifestaciones culturales y sociales que se están celebrando en el país. Recordó, por ejemplo, un acto convocado recientemente por un grupo de escritores, así como la manifestación programada en la Plaza de la Constitución el sábado siguiente.
La protesta también busca visibilizar la situación de la llamada flotilla por Gaza, un convoy marítimo de carácter humanitario que intenta llevar ayuda al enclave palestino. “Hay cerca de 500 personas a bordo y muchos barcos. Si ocurriera algún incidente, tendría repercusiones internacionales muy graves”, advirtió Encinas.
El riesgo es real: las embarcaciones, según señaló, entran en aguas pertenecientes a Gaza pero que Israel considera propias. Ante la amenaza de posibles ataques, incluso con drones, se teme un escenario de provocación o de “falsas banderas” que pondría en peligro a activistas y observadores internacionales. Entre los nombres destacados que participan en la flotilla se mencionan figuras como Ada Colau, exalcaldesa de Barcelona, y la activista climática Greta Thunberg.
En la conversación, Encinas hizo referencia al principio de acuerdo alcanzado entre el presidente estadounidense Donald Trump y el primer ministro israelí Benjamín Netanyahu. A su juicio, no se trata de un verdadero acuerdo, sino de “un ultimátum para una rendición incondicional”.
El entrevistado reconoció que no comparte todos los métodos del movimiento Hamás, pero subrayó que, actualmente, este grupo encabeza la resistencia del pueblo palestino. Criticó que la propuesta planteada por Trump busque convertir Palestina en un “resort, un negocio”, despojando de soberanía a su población.
Uno de los puntos más delicados de la entrevista fue el debate sobre diversidad sexual dentro de la flotilla. Según se difundió, un dirigente palestino habría renunciado a su papel en la expedición por el rechazo a la presencia de colectivos LGTBIQ+ en la misma. Encinas afirmó desconocer detalles sobre ese episodio, aunque defendió que cada persona es libre de tomar sus decisiones.
Asimismo, señaló que la mayoría de los activistas en la flotilla comparten valores occidentales en defensa de la diversidad sexual y los derechos humanos. Respecto a la prohibición de banderas LGTB en Gaza por parte de Hamás, opinó que ese tipo de imposiciones reflejan una visión dogmática que no reconoce la pluralidad de la sociedad.
La indignación ciudadana se traduce, en el caso de Zamora, en caceroladas y manifestaciones semanales, acciones que buscan dar voz a una preocupación que trasciende fronteras. Para Encinas, el paralelismo con la historia europea es inevitable: “No podemos taparnos los oídos ni los ojos, como los alemanes que decían no enterarse de lo que pasaba con los judíos en Auschwitz”.
Hoy, aseguró, la violencia y el sufrimiento se transmiten en tiempo real a través de los telediarios y las redes sociales. Y con esa visibilidad, crece también la responsabilidad de la ciudadanía en alzar la voz.
El caso de la flotilla humanitaria no solo pone en juego la seguridad de cientos de personas, sino también la credibilidad de gobiernos y líderes internacionales. Cualquier ataque tendría un fuerte impacto político contra quienes, como Trump, buscan proyectar una imagen de pacificadores globales.
La protesta, en definitiva, es una forma de solidaridad activa que pretende recordar que, más allá de los acuerdos diplomáticos y de las disputas de poder, hay un pueblo que sufre y que necesita apoyo urgente.
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