ZAMORANA
Mirando el río
Mº Soledad Martín Turiño
![[Img #102216]](https://eldiadezamora.es/upload/images/10_2025/3714_marisol-web.jpg)
Acompaño al rio en esta mañana de otoño que nos regala una luz especial; hoy sus aguas se han teñido de un verde intenso que causa cierta extrañeza, pero esa es otra de las cualidades de este Duero, al que glosaba Gerardo Diego en estos versos:
Quién pudiera como tú,
a la vez quieto y en marcha,
cantar siempre el mismo verso
pero con distinta agua.
y es que su cauce es enorme, sembrado de isletas y habitado por diferentes clases de aves, discurre bajo varios puentes y tenemos la fortuna de gozarlo, ya sea caminando a su lado por el sendero, o realizando un paseo fluvial en barca de remos, piragua e incluso utilizando la barcaza que cruza desde las aceñas de Olivares hasta la playa de los Pelambres; cualquier sistema es óptimo para deleitarse con este rio señorial, además de ser la excusa perfecta para vislumbrar desde sus orillas una panorámica de la orgullosa ciudad del romancero que le observa protegida tras sus murallas.
Me gusta disfrutar del rio también desde sus miradores o sobre cualquiera de sus puentes; me produce una inquietante fascinación el brillo de sus aguas, la amplitud de su cauce o los pequeños torbellinos que se forman cuando ha de sortear la vegetación que pretende invadirle; sin embargo, es complaciente con las aves que se alimentan en su lecho y acuden a diario para dar una nota de vida y, al mismo tiempo, hacer que este hospitalario Duero se sienta importante por ser el anfitrión de su festín cotidiano.
Cuando no puedo acudir a la cita, desde el balcón atisbo un pedazo de rio y allí, en la comodidad y el silencio raramente perturbado, sueño con sumergirme en sus aguas, sentir la caricia del baño y dejarme llevar donde él quiera, porque sé que me mecerá con el suave rumor de su paso. Mi Duero es remanso, belleza, luz, agua, silencio, movimiento…
Me pregunto cuántas veces habrá sido testigo de confidencias, amores, susurros al viento y esos pensamientos que no se comparten con nadie y, sin embargo, mirando al rio los decimos en voz alta porque, de algún modo, parece que somos escuchados. Así lo siento porque esas son las sensaciones que me provoca este Duero amado del que los zamoranos nos sentimos tan orgullosos.
Acompaño al rio en esta mañana de otoño que nos regala una luz especial; hoy sus aguas se han teñido de un verde intenso que causa cierta extrañeza, pero esa es otra de las cualidades de este Duero, al que glosaba Gerardo Diego en estos versos:
Quién pudiera como tú,
a la vez quieto y en marcha,
cantar siempre el mismo verso
pero con distinta agua.
y es que su cauce es enorme, sembrado de isletas y habitado por diferentes clases de aves, discurre bajo varios puentes y tenemos la fortuna de gozarlo, ya sea caminando a su lado por el sendero, o realizando un paseo fluvial en barca de remos, piragua e incluso utilizando la barcaza que cruza desde las aceñas de Olivares hasta la playa de los Pelambres; cualquier sistema es óptimo para deleitarse con este rio señorial, además de ser la excusa perfecta para vislumbrar desde sus orillas una panorámica de la orgullosa ciudad del romancero que le observa protegida tras sus murallas.
Me gusta disfrutar del rio también desde sus miradores o sobre cualquiera de sus puentes; me produce una inquietante fascinación el brillo de sus aguas, la amplitud de su cauce o los pequeños torbellinos que se forman cuando ha de sortear la vegetación que pretende invadirle; sin embargo, es complaciente con las aves que se alimentan en su lecho y acuden a diario para dar una nota de vida y, al mismo tiempo, hacer que este hospitalario Duero se sienta importante por ser el anfitrión de su festín cotidiano.
Cuando no puedo acudir a la cita, desde el balcón atisbo un pedazo de rio y allí, en la comodidad y el silencio raramente perturbado, sueño con sumergirme en sus aguas, sentir la caricia del baño y dejarme llevar donde él quiera, porque sé que me mecerá con el suave rumor de su paso. Mi Duero es remanso, belleza, luz, agua, silencio, movimiento…
Me pregunto cuántas veces habrá sido testigo de confidencias, amores, susurros al viento y esos pensamientos que no se comparten con nadie y, sin embargo, mirando al rio los decimos en voz alta porque, de algún modo, parece que somos escuchados. Así lo siento porque esas son las sensaciones que me provoca este Duero amado del que los zamoranos nos sentimos tan orgullosos.
Normas de participación
Esta es la opinión de los lectores, no la de este medio.
Nos reservamos el derecho a eliminar los comentarios inapropiados.
La participación implica que ha leído y acepta las Normas de Participación y Política de Privacidad
Normas de Participación
Política de privacidad
Por seguridad guardamos tu IP
216.73.216.28