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La vida no vale nada
Francisco José Alonso Rodríguez
“La vida no vale nada” es el titulo de una bella canción de Pablo Milanés, un cubano cuyas letras claman contra las injusticias de la vida cotidiana, es el grito que se ahoga en nuestros corazones cuando se contemplan las aterradoras imagines que nos ofrecen las televisiones y los medios de comunicación diariamente.
Son imágenes que pueden llegar a provocar crueldad, una visión dantesca que ya ni siquiera son capaces de movilizar nuestras insensibilizadas conciencias. Pavorosas escenas fruto de unos asesinos (amparados en su posición de Gobernantes guerreros sin ningún escrúpulo). Que parecen disfrutar sembrando la desolación allá por donde pasan, amparados tan sólo por un injustificable odio ciego, una insaciable sed de sangre y una marcada intolerancia y desprecio, al contrario, pongamos por ejemplos de los muchos que hoy tenemos “El genocidio que el gobierno de Israel ejerce sobre los Palestinos” y la invasión de la Rusia de Putin realiza con la “invasión de Ucrania”.
“La vida no vale nada” es el único comentario posible al ver cómo el “terrorismo de Estado” se convierte en una forma de violencia que se fundamenta en el cálculo de matar para aterrorizar. Sus efectos se hacen cada vez más visibles y universales en el sentido de que ningún sector de la población se puede considerar libre de sus amenazas.
Estamos sufriendo y acepando con una “apatía antropológica” que tiene que ver fundamentalmente con el perfeccionamiento técnico de los instrumentos que hoy se usa para llevar una “guerra hibrida” que permite matar y destruir lejos del campo de operaciones. Para ello se cuenta con los medios de comunicación, que permiten trasladar casi instantáneamente al interior de cada hogar el mensaje implícito que conlleva cada operación. “tu puedes ser el próximo país que asaltemos”.
“La vida no vale nada” que podemos pensar cuando partidos de ideología vacía no sólo no condenan a los Gobierno guerreros, sino que en ocasiones hasta los defienden o lo justifican. En situaciones en las que los límites de la legalidad y el respeto a las reglas y al derecho. Las reglas del juego político son variables o imprecisas, la frontera de la aceptable tiende a diluirse, sobre todo si va acompañada de una sensación de impunidad.
“Nuestra apatía patológica” ante las agresiones de los “gobiernos invasores y expansionistas”, la agresión desde la impunidad ha sido interiorizada, especialmente por parte de los más jóvenes, como una invitación a aumentar la dosis de la provocación con el único fin de avanzar en la causa, y esa causa es la desestabilización de los existente, es decir, del sistema democrático.
“La vida no vale nada”, es esa vieja canción que muchos cantábamos en aquellos años en los que aún creíamos que se podía cambiar el mundo a fuerza de canciones y hacerlo así más justo, mas solidario, mas bello y más habitable. De aquel antiguo sueño tan sólo quedas unas pocas canciones inservibles y mucha frustración, pero, sobre todo, un mundo aún más injusto, más cruel y más insolidario.
Politólogo. -Sociólogo. - Presidente Liga Española Pro Derechos Humanos. - Centro de Estudios Ateneos. - Centro de Estudios Manuel Azaña.
“La vida no vale nada” es el titulo de una bella canción de Pablo Milanés, un cubano cuyas letras claman contra las injusticias de la vida cotidiana, es el grito que se ahoga en nuestros corazones cuando se contemplan las aterradoras imagines que nos ofrecen las televisiones y los medios de comunicación diariamente.
Son imágenes que pueden llegar a provocar crueldad, una visión dantesca que ya ni siquiera son capaces de movilizar nuestras insensibilizadas conciencias. Pavorosas escenas fruto de unos asesinos (amparados en su posición de Gobernantes guerreros sin ningún escrúpulo). Que parecen disfrutar sembrando la desolación allá por donde pasan, amparados tan sólo por un injustificable odio ciego, una insaciable sed de sangre y una marcada intolerancia y desprecio, al contrario, pongamos por ejemplos de los muchos que hoy tenemos “El genocidio que el gobierno de Israel ejerce sobre los Palestinos” y la invasión de la Rusia de Putin realiza con la “invasión de Ucrania”.
“La vida no vale nada” es el único comentario posible al ver cómo el “terrorismo de Estado” se convierte en una forma de violencia que se fundamenta en el cálculo de matar para aterrorizar. Sus efectos se hacen cada vez más visibles y universales en el sentido de que ningún sector de la población se puede considerar libre de sus amenazas.
Estamos sufriendo y acepando con una “apatía antropológica” que tiene que ver fundamentalmente con el perfeccionamiento técnico de los instrumentos que hoy se usa para llevar una “guerra hibrida” que permite matar y destruir lejos del campo de operaciones. Para ello se cuenta con los medios de comunicación, que permiten trasladar casi instantáneamente al interior de cada hogar el mensaje implícito que conlleva cada operación. “tu puedes ser el próximo país que asaltemos”.
“La vida no vale nada” que podemos pensar cuando partidos de ideología vacía no sólo no condenan a los Gobierno guerreros, sino que en ocasiones hasta los defienden o lo justifican. En situaciones en las que los límites de la legalidad y el respeto a las reglas y al derecho. Las reglas del juego político son variables o imprecisas, la frontera de la aceptable tiende a diluirse, sobre todo si va acompañada de una sensación de impunidad.
“Nuestra apatía patológica” ante las agresiones de los “gobiernos invasores y expansionistas”, la agresión desde la impunidad ha sido interiorizada, especialmente por parte de los más jóvenes, como una invitación a aumentar la dosis de la provocación con el único fin de avanzar en la causa, y esa causa es la desestabilización de los existente, es decir, del sistema democrático.
“La vida no vale nada”, es esa vieja canción que muchos cantábamos en aquellos años en los que aún creíamos que se podía cambiar el mundo a fuerza de canciones y hacerlo así más justo, mas solidario, mas bello y más habitable. De aquel antiguo sueño tan sólo quedas unas pocas canciones inservibles y mucha frustración, pero, sobre todo, un mundo aún más injusto, más cruel y más insolidario.
Politólogo. -Sociólogo. - Presidente Liga Española Pro Derechos Humanos. - Centro de Estudios Ateneos. - Centro de Estudios Manuel Azaña.
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