Eugenio-Jesús de Ávila
Miércoles, 15 de Octubre de 2025
CRÓNICAS ZAMORANAS

En Zamora, hay gentes que sufren por el triunfo ajeno

Eugenio-Jesús de Ávila

 

Uno de los grandes problemas que condicionan el progreso de Zamora se denomina cainismo. Un sector de zamoranos sufre cuando cualquier paisano triunfa profesionalmente, pero disfruta cuando el prójimo fracasa. Vinculo a lo expresado que todo librepensador padece por estos pagos de la penillanura la persecución del gregario, de ese tipo de personas con querencia por el servilismo. Añado, además, que se persigue todo idea que no sea propia hasta abortarla. Se prefiere a gente que carezca de proyectos, huérfana de personalidad y de propuestas para transformar Zamora.

 

Hay otra capa de zamoranos, una elite pequeño burguesa, que apuesta por una ciudad menguante, decimonónica, sin gente, y una provincia despoblada, deshabitada y proscrita por las grandes instituciones del Estado. Porque, a menos población, más envejecida, menos reivindicativa, más caciquismo y nepotismo. Se trata de regresar a tiempos pretéritos. Se procura que el progreso no nos alcance. Gusta la paz de cementerio que se vive en esta ciudad y su provincia.  

 

Y después nos encontramos con otros zamoranos, muy dicharacheros, gente de afanes críticos, que saben de todo y jamás aportaron nada. Por otra parte, nunca dan la cara, ni la dieron, ni la darán. Ávidos de destrucción, borraron de su diccionario vital el verbo crear. Y, además, a la hora de la verdad, muestran su magisterio en dar coba al que ostenta el poder. No son de nadie, pero ponen huevos en todos los nidos. Según propia confesión, votan a cualquier candidato que se les acerque. ¡Qué más da! Lo importante es quedar bien con todos los políticos.

 

Y me temo que una minoría, decida, crítica, bizarra, con preparación para transformar el actual estado de las cosas, como la inactividad económica, el envejecimiento y la despoblación, ya se rindió. Observa la deriva de Zamora hacia su postración como sociedad, pero desde una posición cómoda, alejada de toda posibilidad de imaginar una ciudad mejor, más desarrollada, más poblada y más feliz. ¡Qué cada menda se busque la vida según Dios le dio a entender!

 

Zamora ya vive ese hastío que causa la impotencia política, la derrota de las ideas y la muerte de toda esperanza. Se vive por inercia. Se respira involutariamente, porque toca. Se habla solo. Se ríe sin ganas.

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