Eugenio-Jesús de Ávila
Viernes, 24 de Octubre de 2025
COSAS DE DE LA BIEN CERCADA

Nacer, crecer, trabajar y vivir en Zamora

Eugenio-Jesús de Ávila

 

A mi edad hay gente que confiesa que está de vuelta de todo. Yo todavía no estoy de regreso de nada, ni creo que, cuando me vengan a buscar las parcas, considere que ya me sé todos los cuentos, ya sean políticos o bien religiosos. He conocido jóvenes muy mayores, no porque su inteligencia deslumbre, sino por su carácter pusilánime, su apatía, su conformismo. Puedes haber cumplido muchos años y que otros te consideren persona decana, pero si tu cuerpo contiene un alma rebelde, una mente contestataria, permanecerás eternamente joven.

 

Nacer, crecer, vivir en Zamora esculpe un hombre o una mujer acomodaticios, con cierta querencia por la resignación. Nuestra sociedad no es conservadora en el estricto sentido político, quizá en el social, sino que tiende a la tradición porque se teme todo cambio.  Lo entenderemos con un ejemplo de andar por casa: El aparador de la abuela, desde que falleció, carece de utilidad, pero nadie se atreve a tirarlo al albañal o dedicarlo a astillas, porque siempre ocupó un espacio en el comedor familiar. No sirve para nada, cierto, pero decora los recuerdos.

 

Zamora, por fijar una fecha, inicia su decadencia a partir del ecuador de la década de los ochenta, cuando los gobiernos socialistas vacían la capital de inversiones públicas, traslados a otras provincias de instalaciones de Renfe, regimiento Toledo, Prisión Provincial, más una feroz reconversión agroganadera. Se podría haber hecho una excelente tesis doctoral sobre lo que significó, en términos económicos, la marcha de Zamora de miles de operarios y funcionarios.

 

Las decisiones del gobierno felipista conocieron la ocupación del cuartel Viriato, liderada por el alcalde J. Antolín Martín, al que siguieron unos 30.000 zamoranos. El regidor tomó el castro militar durante un mes lunar, acompañado de dirigentes de Izquierda Unida. Los socialistas zamoranos obedecieron órdenes de Madrid, a sabiendas del agravio que significaba para nuestra ciudad las decisiones del ejecutivo del PSOE. El que se mueve no sale en la fotografía.

 

Después de aquella gesta, Zamora ha tenido motivos suficientes para rebelarse: despoblación, falta de actividad económica, de inversiones del Estado, promesas incumplidas, mentiras, olvido y engaño. El poder político, del PSOE y del PP, nunca, salvo alguna excepción, recibió críticas de los medios de comunicación locales, capitalizados por empresarios foráneos.

 

Tanta apatía antropológica, cobardía, conservadurismo y costumbrismo sociales, conformismo patológico y otra serie de trastornos colectivos han conducido a nuestra tierra a un profundo ostracismo político. Nuestra falta de rebeldía, el pasotismo general, la célebre frase del barroco español “virgencita, que me queda como estaba” y el miedo a toda innovación, más la incuria de los distintos gobiernos nacionales y regionales y la felonía de los políticos que ocuparon y ocupan sillones en Congreso y Senado nos condujeron a un estado económico y demográfico de complicada solución. Aquí, en esta provincia, solo nos queda la rebeldía de los agricultores y ganaderos. Mientras, los urbanitas pensamos que, cuando falten los productos de nos ofrecen la agricultura y la ganadería, cuando el campo colapse, nos alimentarán con el maná de Yahvé.

 

No hay provincia en España con más razones para rebelarse que la nuestra. Nuestra indolencia, dejadez y desgana nos condenan. Zamora es la provincia mas envejecida de España, pero nuestra ancianidad no se la debemos a los años, sino a nuestra mentalidad, a una forma de enfrentarse a la realidad con temor a transformarla. En fin. Eso sí, no dudo que Guarido, cuando se vaya, nos dejará una ciudad más hermosa que la que recogió.

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