Sábado, 01 de Noviembre de 2025

Mª Soledad Martín Turiño
Jueves, 30 de Octubre de 2025
ZAMORANA

Revelaciones íntimas

Mª Soledad Martín Turiño

[Img #102977]

 

“Quiero salir de mí mismo para encontrarme contigo y ser más tú y menos yo; que nos fundamos en un todo absoluto e irreal, aunque solo dure un tiempo, ya sean semanas, días, o incluso horas, porque ese recuerdo será el espejo donde mire para verte los años que me queden, porque sin ti ya estaré más cerca del final, absorbido por la rutina, embriagado por la ausencia y roto por el dolor; no estaré vivo aunque respire, ni tendré un asiento entre los inmortales porque Caronte aún no me habrá cruzado a la otra orilla.

 

De pequeños nos hablaban del limbo como un lugar de espera de las almas puras que se iban de este mundo sin llegar a bautizarse; mi existencia sin ti es un espacio de tránsito, otro limbo cuyo destino final anhelo a diario para reunirme contigo.

 

No he sabido gestionar tu ausencia porque me resultaba insoportable la idea de perderte y cuando llegó ese odioso momento, no estaba preparado. Nos faltaron días, años para conocernos más, para dibujar con trazo indeleble tu recuerdo en mi mente y que no pudiera borrarse; en vez de eso, cuando te perdí, corrí como un gamo hacia un páramo solitario y allí grité, aullé como un loco, blasfemé hasta que mi voz dejó de sonar y enronqueció de pronto. Entonces, me asusté tanto que caí de rodillas en el suelo y un torrente de llanto surgió de mis ojos, tan incontrolable e inesperado que incrementó mi propio sobresalto.

 

Desconozco el tiempo que permanecí en aquel lugar inhóspito; solo sé que se hizo de noche, mis piernas no me sujetaban y me daba igual si me hallaba a la intemperie en un sitio desconocido, no me preocupaba como regresar, ni añoraba la calidez de mi casa, ahora tan vacía. Perdí la sensación de dolor, de tiempo y de ubicación. Un rayo de sol incidiendo sobre mis ojos me despertó bruscamente; miré a mi alrededor y recordé. Luego me recompuse y busqué el camino de vuelta.

 

Desde entonces he recuperado la sensatez que perdí aquel día creyendo erradamente que iba a ser un motivo de sanación, pero el corazón sigue doliendo, tal vez de manera un poco más amortiguada; late sin mi permiso y sigo adelante como un autómata, sin pensar”.

 

Hasta aquí llegaba este escrito desgarrador que me enviaron por correo postal. Lo acompañaba una nota de Laura, amiga de la infancia, que lo encontró tras el fallecimiento de su hermano, que había estado casado con una hermana mía tan solo dos meses porque ella falleció en un trágico accidente de tráfico. Suponía Laura que aquellas letras servirían para corroborar un amor que era conocido por todos, pero no quería que aquellas revelaciones cayeran en manos ajenas y destruirlas tampoco le parecía una opción. Las he leído muchas veces desde entonces.

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