José Antonio Ávila López
Viernes, 31 de Octubre de 2025
NOTAS DEL PENSAMIENTO

Despotricar con la palabra fascista

José Antonio Ávila López

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Dijo hace unos años Josep Borrell, en plena campaña electoral catalana, que “no podemos aceptar que cada vez que alguien diga que no es independentista se nos llame fascistas”. Yo es algo que comparto, porque de un tiempo a esta parte, esa canción no para de oírse en la refriega política, y digo refriega en lugar de debate político, porque los que suelen utilizar el término lo hacen en la violencia verbal de la riña política cuando su dialéctica, que suele ser cortita, ha llegado a su fin o cuando la capacidad intelectual del contendiente en la discusión no da para más. Ese “fascistas” rotundo suele utilizarse y escupirse, con frecuencia, desde la mayor de las ignorancias y en cualquier circunstancia, y da igual que los insultados hayan dado muestras sobradas de su respeto a la democracia. Ese tipo de excesos verbales, fruto de la incultura política, son un insulto en sí mismo para aquellos que sufrieron en sus propias carnes el fascismo, que como movimiento totalitario, nació en Italia de la mano de Benito Mussolini a comienzos del siglo XX, a partir del socialismo y de la exaltación nacionalista. La historia ha demostrado, después, que se puede llegar al totalitarismo y al fascismo desde diferentes postulados ideológicos : desde el liberalismo hasta el comunismo, y todo depende del grado de la exaltación, en dejarse arrebatar por la pasión, perdiendo la moderación y la calma. Muchos somos juzgados y calificados como “fascistas” por el simple hecho de defender una ideas diferentes, e intentan lapidarnos llevados por la pasión nacionalista. Me acuerdo que Manuel Valls, ex primer Ministro francés, afirmó en su día que “el nacionalismo es la guerra”. También hace un tiempo que don Mario Vargas Llosa, fallecido este 2025, expresó que “el nacionalismo es una ideología reaccionaria, antihistórica, racista, enemiga del progreso, la democracia y la libertad”. Yo, como catalán y español, “no tengo que pedir perdón” por lo que soy y por lo que lucho, que es lo que anhelan esos indepes periféricos catalanes, vascos y gallegos. Ellos son los que tienen que pedir perdón por sus actitudes y sus hechos, y si me llaman “fascista”, pues que me lo llamen, ya que seguirán siendo incultos y analfabetos políticos.

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