NOTAS DEL PENSAMIENTO
Un mal que padecemos
    
   
	    
	
    
        
    
    
        
          
		
    
        			        			        			        
    
    
    José Antonio Ávila López
	
	
        
        
        			        			        			        
        
                
        
        ![[Img #103038]](https://eldiadezamora.es/upload/images/11_2025/8245_8230_9234_2304_4179_4303_4451_7828_798_1959_9116_492_2013_4480_1348_7370_9394_8226_9948_1018_2907_7198_8176_2402_7201_6632_9597_7602_jose-antonio-avila-lopez.jpg)
 
Hay un mal que padecemos de manera incesante, gobierno tras gobierno, es el de la corrupción. Sólo hay una manera de no asustarse en este país : no mirar a los lados y seguir de frente, porque cuando uno se pone a mirar a los lados y ve lo que sucede realmente, el atragantamiento es mayúsculo. Reconozco que hasta ahora, error por mi parte, no me había dado por analizar con algo más de detalle el llamado caso Koldo, aunque saltaba a la vista que los personajes y sus entornos no eran precisamente unos mirlos blancos. Pero una vez analizado y sin ánimo de dar ninguna opinión “pontificia”, hay que reconocer que estamos ante el caso mil quinientos millones de “corruptela chapucera”, de película mala, de “thriller” político con personajes cutres, muy cutres. Koldo, un matón habitual de la noche y de las peleas, era el vigilante de seguridad de un prostíbulo, así tal cual. Luego era “de facto” el número 2 del ministro José Luis Ábalos. Implicados están también personajes “del más puro cine de Berlanga” :  el hermano de Koldo, un subteniente jubilado de la Guardia Civil, uno del servicio secreto destinado a la embajada española en Caracas, empresarios con antecedentes, lo mejor de cada casa, y todo entremezclado con fiestas, prostitutas y enchufados... Sí, “el súmmum de lo cutre” en un país que no deja de repetir historias de golferías protagonizadas por personajes de esta calaña. Una parte del caso de corrupción de Koldo está relacionado, como no, con la venta de material sanitario cuando lo del coronavirus : cuando detenían a la gente por ir al huerto y cosas así. Y ahí teníamos al tal Koldo haciendo negocios inmorales mientras a la gente nos tenían haciendo el idiota encerrados anticonstitucionalmente en casa (no fue mi caso, ya que a mí no me encerraron). Todo esto tiene una raíz profunda en el propio ser humano y su obcecación por el dinero fácil, pero también en otro mal muy arraigado : el abuso de poder, el abuso de la posición. ¡Por supuesto que estamos en un país en el que alguno se cree por encima del bien y del mal por llevar traje y corbata y ostentar un cargo! ¡Qué lejos estamos de que toda esta porquería termine! Porque éste es un problema que hay que atacar por muchos frentes, y no atisbo soluciones, ya que existen muchos intereses. Es tan difícil arreglar esto que, al final, consiguen lo mismo de siempre : la resignación, resignación de una sociedad cansada y aburrida de ver siempre los mismos patrones de comportamiento, pero no olvidemos que al tener este comportamiento colectivo nos convertimos en responsables del próximo caso, que no tardará mucho en aparecer.
        
        
    
       
            
    
        
        
	
    
                                                                                            	
                                        
                            
    
    
	
    
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Hay un mal que padecemos de manera incesante, gobierno tras gobierno, es el de la corrupción. Sólo hay una manera de no asustarse en este país : no mirar a los lados y seguir de frente, porque cuando uno se pone a mirar a los lados y ve lo que sucede realmente, el atragantamiento es mayúsculo. Reconozco que hasta ahora, error por mi parte, no me había dado por analizar con algo más de detalle el llamado caso Koldo, aunque saltaba a la vista que los personajes y sus entornos no eran precisamente unos mirlos blancos. Pero una vez analizado y sin ánimo de dar ninguna opinión “pontificia”, hay que reconocer que estamos ante el caso mil quinientos millones de “corruptela chapucera”, de película mala, de “thriller” político con personajes cutres, muy cutres. Koldo, un matón habitual de la noche y de las peleas, era el vigilante de seguridad de un prostíbulo, así tal cual. Luego era “de facto” el número 2 del ministro José Luis Ábalos. Implicados están también personajes “del más puro cine de Berlanga” : el hermano de Koldo, un subteniente jubilado de la Guardia Civil, uno del servicio secreto destinado a la embajada española en Caracas, empresarios con antecedentes, lo mejor de cada casa, y todo entremezclado con fiestas, prostitutas y enchufados... Sí, “el súmmum de lo cutre” en un país que no deja de repetir historias de golferías protagonizadas por personajes de esta calaña. Una parte del caso de corrupción de Koldo está relacionado, como no, con la venta de material sanitario cuando lo del coronavirus : cuando detenían a la gente por ir al huerto y cosas así. Y ahí teníamos al tal Koldo haciendo negocios inmorales mientras a la gente nos tenían haciendo el idiota encerrados anticonstitucionalmente en casa (no fue mi caso, ya que a mí no me encerraron). Todo esto tiene una raíz profunda en el propio ser humano y su obcecación por el dinero fácil, pero también en otro mal muy arraigado : el abuso de poder, el abuso de la posición. ¡Por supuesto que estamos en un país en el que alguno se cree por encima del bien y del mal por llevar traje y corbata y ostentar un cargo! ¡Qué lejos estamos de que toda esta porquería termine! Porque éste es un problema que hay que atacar por muchos frentes, y no atisbo soluciones, ya que existen muchos intereses. Es tan difícil arreglar esto que, al final, consiguen lo mismo de siempre : la resignación, resignación de una sociedad cansada y aburrida de ver siempre los mismos patrones de comportamiento, pero no olvidemos que al tener este comportamiento colectivo nos convertimos en responsables del próximo caso, que no tardará mucho en aparecer.

















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