Mª Soledad Martín Turiño
Domingo, 09 de Noviembre de 2025
ZAMORANA

Ángeles o "amarillos"

[Img #103153]Dicen que no existen los ángeles; no estoy de acuerdo. Sé que hay muchos que caminan junto a nosotros sin hacerse notar, que nos ayudan cuando estamos enfermos o caemos en la desolación, cuando nos invade la tristeza o no hay razones para seguir adelante, nos preparan para soportar cuando llega una inesperada tragedia y nos ayudan luego a superarla.

 

Mis ángeles, esos que no veo, pero sí percibo, no tienen alas ni proceden del cielo ¿o sí?; son personas aparentemente normales que solemos citar con diferentes denominaciones: médicos, enfermeros, conductores de autobús, limpiadores, mecánicos, periodistas, escritores, personas anónimas… un sinfín de gente que en un momento determinado marca nuestra vida y nos ayuda a seguir adelante; puede ser con una palabra amable, una caricia, el abrir una puerta cuando todas las ventanas están cerradas y no hay forma de escapar…; un ángel es aquel que limpia la calle para que no tropiece con la suciedad, el portero que me abre la puerta cada mañana y me ayuda con el carrito de la compra, o esa persona a la que no conozco de nada, pero se cruza conmigo una fría mañana de invierno y me regala una sonrisa que me ilumina el día.

 

Albert Espinosa los llama los amarillos porque ese es un color vibrante, luminoso, asociado con la felicidad, y se trata de personas que llenan, no vacían; entran en nuestra vida de forma inesperada y ya no pueden salir de ella porque han dejado una huella indeleble, nos ayudan a progresar, nos hacen sentir la calidez humana mediante gestos, cariño, sonrisas, una conversación estimulante, una amistad recobrada…  y no los olvidamos porque nos conminan a que la vida vuelva a tener sentido.

 

Espinosa los cifra en veintitrés, dejando fuera a amigos o familia porque con ellos la relación es diferente. No resulta nada fácil llegar a ese número. Confieso que me he propuesto abrir los ojos, observar a mi alrededor e ir anotando la lista de mis propios amarillos, y todavía no la he completado, porque tienen que ser personas especiales, que pueden serlo por cosas muy importantes o muy simples, por una pauta de vida o un gesto concreto que empatiza por un segundo o para toda una vida, porque cruzarse con un amarillo es algo mágico, una experiencia que marca.

 

Algunos de los ángeles de mi lista ignoran que lo son, me acompañan en la senda de la vida o se han inmiscuido en ella en algún momento haciéndola más amable: son mis amarillos; y pensando en el bien que pueden hacer, me he propuesto formar parte de ellos mediante una especio de cadena de favores como la película homónima dirigida por Mimi Leder, con el único objetivo de ayudar a los demás mediante gestos simples que pueden convertirse en indispensables para mejorar la vida.

 

Mª Soledad Martín Turiño

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