DENUNCIAS
La Seguridad en los pasos peatonales es una tarea de tres en Zamora
De la pedagogía pintada en el asfalto a necesidad de mantenimiento y civismo
En la capital zamorana, una iniciativa pedagógica ha intentado reforzar la seguridad vial. Sobre el asfalto, junto a las líneas horizontales de algunos pasos de cebra, se han superpuesto mensajes gráficos que buscan instruir, especialmente a los más jóvenes: el viandante debe "parar, mirar, esperar" a que el vehículo se detenga antes de cruzar. Esta intención es encomiable, es vital promover la prudencia del peatón, ya que, aunque la prioridad legal es suya, el riesgo físico siempre es mayor. Sin embargo, esta loable acción didáctica queda oscurecida por los fallos en el cumplimiento y la gestión, demostrando que la seguridad vial en Zamora es un problema de tres, donde la responsabilidad recae en todos.
El primer factor a considerar es el comportamiento de los conductores. La realidad de la calle demuestra que, ante una persona esperando en el paso, persisten casos en los que los vehículos no se detienen a tiempo. El olvido de la prioridad del peatón por parte de algunos automovilistas genera el punto más conflictivo de la convivencia urbana. No obstante, el incumplimiento de la ley por unos pocos tiene consecuencias claras, no respetar la prioridad en un paso de cebra es una infracción grave sancionada con 200 euros y la detracción de 4 puntos del carnet. Esta severidad legal subraya que la obligación de detenerse es ineludible para quien lleva un vehículo y debe ser respetada sin excepción.
Sin embargo, la crítica más incisiva debe dirigirse a la administración municipal, cuya inacción en el mantenimiento y la planificación contrasta con la pedagogía pintada en el suelo. La seguridad precisa de u mantenimiento. Por un lado, se necesita una reposición de la pintura periódica y rigurosa, ya que las marcas desgastadas se vuelven peligrosamente invisibles. Por otro lado, la planificación incoherente genera puntos de riesgo extremos. El caso más claro de esta omisión se encuentra en la Calle Valcabado, esquina con La Hiniesta, donde la ausencia total de marcas obliga a los viandantes a cruzar "a la buena de Dios". Este punto negro, por falta de previsión municipal es el ejemplo más rotundo de que, mientras se enseña al peatón a tener cuidado, la propia infraestructura le niega el lugar seguro para ejercer esa cautela.
De hecho, la estadística nacional confirma la gravedad de la situación, según informes de la Fundación Mapfre, un porcentaje significativo de los atropellos, cifrado a menudo en el 15% o más, ocurre precisamente en pasos de peatones. La superación de la encrucijada peatonal requiere que la seguridad vial sea cosa de tres, el peatón asimilando la lección de la cautela; el conductor retomando el civismo y respetando rigurosamente la Ley de Tráfico para evitar accidentes; y la Administración demostrando coherencia, invirtiendo en mantenimiento y solucionando puntos negros como el de Valcabado. Solo cuando la pedagogía se acompañe de cumplimiento legal y una planificación coherente, el paso de cebra dejará de ser una encrucijada peligrosa en Zamora.
Manuel Herrero Alonso
En la capital zamorana, una iniciativa pedagógica ha intentado reforzar la seguridad vial. Sobre el asfalto, junto a las líneas horizontales de algunos pasos de cebra, se han superpuesto mensajes gráficos que buscan instruir, especialmente a los más jóvenes: el viandante debe "parar, mirar, esperar" a que el vehículo se detenga antes de cruzar. Esta intención es encomiable, es vital promover la prudencia del peatón, ya que, aunque la prioridad legal es suya, el riesgo físico siempre es mayor. Sin embargo, esta loable acción didáctica queda oscurecida por los fallos en el cumplimiento y la gestión, demostrando que la seguridad vial en Zamora es un problema de tres, donde la responsabilidad recae en todos.
El primer factor a considerar es el comportamiento de los conductores. La realidad de la calle demuestra que, ante una persona esperando en el paso, persisten casos en los que los vehículos no se detienen a tiempo. El olvido de la prioridad del peatón por parte de algunos automovilistas genera el punto más conflictivo de la convivencia urbana. No obstante, el incumplimiento de la ley por unos pocos tiene consecuencias claras, no respetar la prioridad en un paso de cebra es una infracción grave sancionada con 200 euros y la detracción de 4 puntos del carnet. Esta severidad legal subraya que la obligación de detenerse es ineludible para quien lleva un vehículo y debe ser respetada sin excepción.
Sin embargo, la crítica más incisiva debe dirigirse a la administración municipal, cuya inacción en el mantenimiento y la planificación contrasta con la pedagogía pintada en el suelo. La seguridad precisa de u mantenimiento. Por un lado, se necesita una reposición de la pintura periódica y rigurosa, ya que las marcas desgastadas se vuelven peligrosamente invisibles. Por otro lado, la planificación incoherente genera puntos de riesgo extremos. El caso más claro de esta omisión se encuentra en la Calle Valcabado, esquina con La Hiniesta, donde la ausencia total de marcas obliga a los viandantes a cruzar "a la buena de Dios". Este punto negro, por falta de previsión municipal es el ejemplo más rotundo de que, mientras se enseña al peatón a tener cuidado, la propia infraestructura le niega el lugar seguro para ejercer esa cautela.
De hecho, la estadística nacional confirma la gravedad de la situación, según informes de la Fundación Mapfre, un porcentaje significativo de los atropellos, cifrado a menudo en el 15% o más, ocurre precisamente en pasos de peatones. La superación de la encrucijada peatonal requiere que la seguridad vial sea cosa de tres, el peatón asimilando la lección de la cautela; el conductor retomando el civismo y respetando rigurosamente la Ley de Tráfico para evitar accidentes; y la Administración demostrando coherencia, invirtiendo en mantenimiento y solucionando puntos negros como el de Valcabado. Solo cuando la pedagogía se acompañe de cumplimiento legal y una planificación coherente, el paso de cebra dejará de ser una encrucijada peligrosa en Zamora.
Manuel Herrero Alonso
























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