LDHH
Defenderse de los villanos
Alfonso J. Vázquez Vahamonde
![[Img #103445]](https://eldiadezamora.es/upload/images/11_2025/6201_alfonso-j-vazquez-vaamonde.jpg)
Abenamar, / moro de la morería, / el día que tu naciste, / grandes señales había / estaba la mar en calma, / la luna estaba crecida /moro que en tal signo nace / no puede decir mentira. / No la diré mi señor /aunque me cueste la vida / porque soy hijo de moro / y de una cristiana cautiva / y siendo niño y muchacho / mi madre me lo decía /que mentira no dijese /que era grande villanía.
Junto a este romance con el que se enseñaban las virtudes al pueblo llano se recomendaba a las personas decentes que cuidaran sus amistades y evitaran el trato con fulleros, mentiros y villanos que pretendan disimular su villanía con el pelo blanco. Evitar su trato no siempre es posible. En el Ateneo hace años que sufrimos una convivencia que nunca creímos que podríamos sufrir. Difama, que algo queda, atropella, que todo daño es irreversible y el beneficio del atropello da su fruto.
La `persona es el todo, pero nuestro honor está ligado al de la familia, al de los amigos y compañeros de trabajo, a la institución para la que trabajamos. No lo haríamos si fuera inmunda. Por ello no es disculpa, sino obligación social, defender las instituciones de las villanías que se le imputan por quienes siéndolo violan hasta su “profesión” difundiendo falsedades como si fueran verdades verificadas. El superior debe defender la honorabilidad de la institución que dirige, así como sancionar al que la desmerece con su conducta.
Los Códigos éticos de una profesión decente exigen sancionar a quien los quebranta, pero eso no lo hemos visto en este caso. Felizmente vimos el correcto comportamiento de varios periodistas. Conocían una noticia de “interés social” pero no la publicaron hasta verificar su certeza en distintas fuentes. Sólo entonces la publicaron. Entonces dejó de ser secreta; mejor dicho, fue pública, que secreta dejó de serla tras la primera noticia del hecho.
Difundida una noticia falsa sobre el mismo hecho, fue oportuno desmentirla para que esa rápida contradicción aliviara el daño ya producido; de hecho, los “colegas” del falsario la redifundieron con igual “non sancta” intención. Desmentir la noticia no está justificado; era obligado. La fiscalía no había propuesto a un presunto defraudador un pacto de reconocimiento de su delito – harto inmundo por su naturaleza – había sido al contrario y esa falsedad lo era y dolosa; y no un error. Así se inició una presunta campaña de la frutera y su presunto asesor de confianza imputando al Fiscal General del Estado de un delito de imposible ejecución. Es imposible violar un secreto cuando no lo es por ser público-
El indecente reconoció ante el juez la falsedad de sus afirmaciones que “justificó” por “tener el pelo blanco”. El art. 205 CP dice” es calumnia la imputación de un delito hecha con conocimiento de su falsedad o temerario desprecio hacia la verdad”. De momento es sólo presunto que ese delito se cometió “con conocimiento de su falsedad” pero está `probado que hubo “temerario desprecio hacia la verdad”. Esperamos una pieza separada ante el Ministerio Fiscal y otra por violación del Código deontológico del periodista en defensa de su buen nombre.
Dice en III.1 a) Deberá fundamentar las informaciones que difunda, lo que incluye el deber que contrastar las fuentes y el de dar la oportunidad a la persona afectada de ofrecer su propia versión de los hechos. el deber que contrastar las fuentes y el de dar la oportunidad a la persona afectada de ofrecer su propia versión de los hechos”. Nada de eso hizo el asesor de la frutera, lo que exigiría una sanción del Colegio de Periodistas. Y luego añade “b) Advertida la difusión de material falso, engañoso o deformado, estará obligado a corregir el error sufrido con toda rapidez y con el mismo despliegue tipográfico y/o audiovisual empleado para su difusión. Asimismo, difundirá a través de su medio una disculpa cuando así proceda”. Nada de eso se ha hecho. Ha reiterado la falsedad esperando impunidad.
Con esas objetivas falsedades y sin pruebas, el juicio montado un juicio es un escándalo. Pedir la dimisión de un presunto inocente es ya una indignidad. Recuerdo la de Aznar con D. Demetrio Madrid siendo Presidente de Castilla-León. Decir que “mentir no es delito” revela cuantos villanos “se asientan en el Congreso” para nuestra vergüenza y las de los que se sienten bien representados por ellos.
Que aún se dude de la sentencia del TS obliga a recordar al molinero que pleiteó contra el rey y habiendo fallado servilmente en su contra dijo “¡Majestad!, aún hay jueces en Berlín”. En demasiadas ocasiones hubo que ir a buscar justicia ante el Tribunal de Justicia de la Unión Europea. Ojalá no ocurra en este caso.
Abogado. - Secretario General “Centro de Estudios Ateneos”
![[Img #103445]](https://eldiadezamora.es/upload/images/11_2025/6201_alfonso-j-vazquez-vaamonde.jpg)
Abenamar, / moro de la morería, / el día que tu naciste, / grandes señales había / estaba la mar en calma, / la luna estaba crecida /moro que en tal signo nace / no puede decir mentira. / No la diré mi señor /aunque me cueste la vida / porque soy hijo de moro / y de una cristiana cautiva / y siendo niño y muchacho / mi madre me lo decía /que mentira no dijese /que era grande villanía.
Junto a este romance con el que se enseñaban las virtudes al pueblo llano se recomendaba a las personas decentes que cuidaran sus amistades y evitaran el trato con fulleros, mentiros y villanos que pretendan disimular su villanía con el pelo blanco. Evitar su trato no siempre es posible. En el Ateneo hace años que sufrimos una convivencia que nunca creímos que podríamos sufrir. Difama, que algo queda, atropella, que todo daño es irreversible y el beneficio del atropello da su fruto.
La `persona es el todo, pero nuestro honor está ligado al de la familia, al de los amigos y compañeros de trabajo, a la institución para la que trabajamos. No lo haríamos si fuera inmunda. Por ello no es disculpa, sino obligación social, defender las instituciones de las villanías que se le imputan por quienes siéndolo violan hasta su “profesión” difundiendo falsedades como si fueran verdades verificadas. El superior debe defender la honorabilidad de la institución que dirige, así como sancionar al que la desmerece con su conducta.
Los Códigos éticos de una profesión decente exigen sancionar a quien los quebranta, pero eso no lo hemos visto en este caso. Felizmente vimos el correcto comportamiento de varios periodistas. Conocían una noticia de “interés social” pero no la publicaron hasta verificar su certeza en distintas fuentes. Sólo entonces la publicaron. Entonces dejó de ser secreta; mejor dicho, fue pública, que secreta dejó de serla tras la primera noticia del hecho.
Difundida una noticia falsa sobre el mismo hecho, fue oportuno desmentirla para que esa rápida contradicción aliviara el daño ya producido; de hecho, los “colegas” del falsario la redifundieron con igual “non sancta” intención. Desmentir la noticia no está justificado; era obligado. La fiscalía no había propuesto a un presunto defraudador un pacto de reconocimiento de su delito – harto inmundo por su naturaleza – había sido al contrario y esa falsedad lo era y dolosa; y no un error. Así se inició una presunta campaña de la frutera y su presunto asesor de confianza imputando al Fiscal General del Estado de un delito de imposible ejecución. Es imposible violar un secreto cuando no lo es por ser público-
El indecente reconoció ante el juez la falsedad de sus afirmaciones que “justificó” por “tener el pelo blanco”. El art. 205 CP dice” es calumnia la imputación de un delito hecha con conocimiento de su falsedad o temerario desprecio hacia la verdad”. De momento es sólo presunto que ese delito se cometió “con conocimiento de su falsedad” pero está `probado que hubo “temerario desprecio hacia la verdad”. Esperamos una pieza separada ante el Ministerio Fiscal y otra por violación del Código deontológico del periodista en defensa de su buen nombre.
Dice en III.1 a) Deberá fundamentar las informaciones que difunda, lo que incluye el deber que contrastar las fuentes y el de dar la oportunidad a la persona afectada de ofrecer su propia versión de los hechos. el deber que contrastar las fuentes y el de dar la oportunidad a la persona afectada de ofrecer su propia versión de los hechos”. Nada de eso hizo el asesor de la frutera, lo que exigiría una sanción del Colegio de Periodistas. Y luego añade “b) Advertida la difusión de material falso, engañoso o deformado, estará obligado a corregir el error sufrido con toda rapidez y con el mismo despliegue tipográfico y/o audiovisual empleado para su difusión. Asimismo, difundirá a través de su medio una disculpa cuando así proceda”. Nada de eso se ha hecho. Ha reiterado la falsedad esperando impunidad.
Con esas objetivas falsedades y sin pruebas, el juicio montado un juicio es un escándalo. Pedir la dimisión de un presunto inocente es ya una indignidad. Recuerdo la de Aznar con D. Demetrio Madrid siendo Presidente de Castilla-León. Decir que “mentir no es delito” revela cuantos villanos “se asientan en el Congreso” para nuestra vergüenza y las de los que se sienten bien representados por ellos.
Que aún se dude de la sentencia del TS obliga a recordar al molinero que pleiteó contra el rey y habiendo fallado servilmente en su contra dijo “¡Majestad!, aún hay jueces en Berlín”. En demasiadas ocasiones hubo que ir a buscar justicia ante el Tribunal de Justicia de la Unión Europea. Ojalá no ocurra en este caso.
Abogado. - Secretario General “Centro de Estudios Ateneos”






















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