La Policía interroga, en una residencia de Zamora, al sospechoso de la desaparición de su mujer y de su hija

Antonio María da Silva, conocido como El Portugués y también identificado a lo largo de su vida como Mauricio Ramos, vive hoy en una residencia de mayores en Zamora. Tiene más de 80 años y un pasado marcado por múltiples identidades, antecedentes por contrabando y varios periodos en prisiones europeas. Sobre él sigue proyectándose, 38 años después, la sombra del caso nunca resuelto de la desaparición de María Trinidad Suardíaz (Mari Trini) y su bebé, Beatriz.

De la calle a la residencia

Antes de ingresar en el centro asistencial donde reside actualmente, Da Silva pasó parte del año pasado viviendo en la calle en Zamora, donde era conocido por algunos vecinos, que alertaron de su estado a los servicios sociales y a la Policía. Su estado físico y su comportamiento errático llamaron la atención del vecindario, que llegó a alertar en varias ocasiones a los servicios sociales y a la Policía Local.

Tras varias intervenciones motivadas por estos avisos y al constatarse su deterioro y falta de recursos, los servicios municipales gestionaron su ingreso en una residencia, para garantizarle atención básica y seguimiento. Fue desde este nuevo lugar donde, meses después, los agentes de la Policía Nacional localizaron al anciano para interrogarlo sobre el caso.

Interrogado por la Policía

La investigación, dirigida por la jueza Ana López Pandiella, llevó a los agentes a entrevistarse con Da Silva el pasado jueves. La Policía trata de esclarecer si Mari Trini y su hija podrían encontrarse en los vehículos sumergidos en la balsa de El Frondil, en Berbes (Ribadesella), donde los GEO han identificado dos coches.

El interrogatorio se desarrolló en dos sesiones. Según fuentes del caso, el sospechoso “ni confirmó ni desmintió” esa posibilidad. Ante las preguntas más precisas, respondía en francés, un idioma que usa para dificultar las conversaciones desde hace años.

Un pasado de violencia

Su historial delictivo incluye contrabando, presuntos delitos violentos y múltiples denuncias por malos tratos. Su primera esposa, residente en Matadeón de los Oteros (León), logró huir tras sufrir continuas agresiones. Con Mari Trini, su segunda esposa, la situación se repitió: en 1986 ella lo denunció por violencia física poco después de dar a luz.

El 15 de julio de 1987, acudieron juntos, con la bebé, a la Audiencia de León, para firmar una citación judicial relacionada con esa denuncia. La vista quedó fijada para septiembre. Madre e hija desaparecieron poco después. Da Silva sostuvo que viajaron al Algarve y que allí se separaron, pero nunca aportó pruebas.

Nuevas esperanzas, pese al paso del tiempo

Aunque el presunto doble homicidio estaría prescrito, la investigación continúa. La jueza estudia autorizar el drenaje completo de la balsa, una operación compleja, en la que intervendría la UME, ante el riesgo de que extraer directamente los vehículos pueda fracturarlos y destruir pruebas.

Las búsquedas anteriores en 2016 (León) y 2018 (Asturias) no hallaron restos humanos, pese a inspecciones exhaustivas de terrenos, fosas y estructuras vinculadas a Da Silva.

Casi cuatro décadas de silencio

Desde la muerte del hermano de Mari Trini en 2017, solo unos parientes lejanos mantienen viva la esperanza de encontrar los restos y darles una sepultura digna.

Mientras, Da Silva -esquivo, de carácter imprevisible y reacio a hablar del pasado- pasa sus últimos años en una residencia de Zamora capital, después de haber sobrevivido a una vida de identidades cambiantes, violencia y episodios de marginalidad en la calle.

Fotografía: María Trinidad Suardíaz