PERO - MATO
Un casco antiguo, demasiado viejo
Eugenio J. De Ávila
![[Img #103684]](https://eldiadezamora.es/upload/images/11_2025/4869_peromato.jpg)
El casco antiguo -vamos a escribir con propiedad-, mejor casco viejo, sigue degradándose. Las reformas de Vázquez lo dejaron más bonito, fue como un lifting multimillonario, porque llegó a Zamora muchísimo dinero de Europa, merced a un zamorano inolvidable: Folgado. Ahora bien, tantas obras escondieron la realidad. El zamorano miraba, pero no veía. No se profundizó en los trabajos de alcantarillado, porque se presuponía que apareciesen restos arqueológicos de importancia que paralizarían el proyecto. Y más cuestiones que desarrollo en el párrafo que sigue.
Pasadas las décadas, esa zona noble de la ciudad se ha ido degradando, por razones obvias: tráfico de vehículos, erosión meteorológica, mala calidad de las losetas chinas…
La Rúa de los Notarios parece ya una vía de escarnios, con esa revuelta, que se intentó transformar, sin conseguirlo, al concluir la plaza de los Cientos; más ese convento de las Marinas, donde solo habita el tiempo, porque a las monjitas se las llevaron a León.
Se exige ya, antes de que concluya este mandato, la redacción de un 2º Plan del Casco Antiguo, que se comprometa con un arranque de piedras y sustitución por granito; acuerdos con los propietarios de los solares, una de las horribles manchas y girones que luce esa parte de la ciudad en su traje de los domingos, con el objetivo de construir en esos terrenos viviendas sociales, con un modelo arquitectónico propio de ese recinto; fuentes en el parque del Castillo, un auténtico secarral; mejor trato a la fortaleza medieval y una segunda restauración, tanto en su epidermis como en su interior; construir una escalera de piedra, artística, ornamental, para acceder a la plaza de la Catedral por el Portillo de la Lealtad y descender hacia el Sillón de la Reina, estudio edafológico de los cuestos del sendero de Trascastillo, que sigue desprendiendo piedras y rocas de todo tamaño; la casona, esquinazo a la calle del Troncoso, que luce una techumbre que podría venirse abajo a no tardar, negociar con su propietario para derribarla y ampliar el jardín.
Nuestro regidor, antes de que concluya su tercer mandato, entre otras acciones, debería restaurar el casco histórico de la ciudad del alma.
![[Img #103684]](https://eldiadezamora.es/upload/images/11_2025/4869_peromato.jpg)
El casco antiguo -vamos a escribir con propiedad-, mejor casco viejo, sigue degradándose. Las reformas de Vázquez lo dejaron más bonito, fue como un lifting multimillonario, porque llegó a Zamora muchísimo dinero de Europa, merced a un zamorano inolvidable: Folgado. Ahora bien, tantas obras escondieron la realidad. El zamorano miraba, pero no veía. No se profundizó en los trabajos de alcantarillado, porque se presuponía que apareciesen restos arqueológicos de importancia que paralizarían el proyecto. Y más cuestiones que desarrollo en el párrafo que sigue.
Pasadas las décadas, esa zona noble de la ciudad se ha ido degradando, por razones obvias: tráfico de vehículos, erosión meteorológica, mala calidad de las losetas chinas…
La Rúa de los Notarios parece ya una vía de escarnios, con esa revuelta, que se intentó transformar, sin conseguirlo, al concluir la plaza de los Cientos; más ese convento de las Marinas, donde solo habita el tiempo, porque a las monjitas se las llevaron a León.
Se exige ya, antes de que concluya este mandato, la redacción de un 2º Plan del Casco Antiguo, que se comprometa con un arranque de piedras y sustitución por granito; acuerdos con los propietarios de los solares, una de las horribles manchas y girones que luce esa parte de la ciudad en su traje de los domingos, con el objetivo de construir en esos terrenos viviendas sociales, con un modelo arquitectónico propio de ese recinto; fuentes en el parque del Castillo, un auténtico secarral; mejor trato a la fortaleza medieval y una segunda restauración, tanto en su epidermis como en su interior; construir una escalera de piedra, artística, ornamental, para acceder a la plaza de la Catedral por el Portillo de la Lealtad y descender hacia el Sillón de la Reina, estudio edafológico de los cuestos del sendero de Trascastillo, que sigue desprendiendo piedras y rocas de todo tamaño; la casona, esquinazo a la calle del Troncoso, que luce una techumbre que podría venirse abajo a no tardar, negociar con su propietario para derribarla y ampliar el jardín.
Nuestro regidor, antes de que concluya su tercer mandato, entre otras acciones, debería restaurar el casco histórico de la ciudad del alma.























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