Algún día Zamora se convertirá en una ciudad abierta

Eugenio-Jesús de Ávila

Roma, ciudad abierta, fue una película (obra maestra) de Rossellini, estrenada en el año 1945, recién acabada la II Guerra Mundial. Zamora fue una ciudad cerrada durante el medioevo. Su poderosa muralla se fue desmoronando con el paso de las centurias y sus puertas derribadas en los últimos años del S. XIX, centuria clave en la historia de España. Ya nos quedan muy pocas. Una de ellas, la de Doña Urraca, restaurada no ha mucho. Pero permanece abierta la Puerta Óptima, quizá la más antigua de la Bien Cercada. Mi deseo es que la muralla mental, que todavía impide que la ciudad del Romancero progrese, se desarrolle, exija, pregunte, se rebele, se desmorone… Zamora no es aún una urbe abierta, porque todavía parece enrocada en un pretérito remoto, añoso, rancio y vetusto. Quizá, algún día, Zamora se convertirá en una ciudad abierta, que mantenga sus puertas medievales, pero con una mentalidad refractaria al caciquismo, a todo totalitarismo, a toda miseria intelectual.