Cuando se ama...

Eugenio-Jesús de Ávila

El amor huele...y la indiferencia, también. El odio se ve, porque se viste de negro. La pasión desprende un aroma a brisa de mayo, a violetas vírgenes, a claveles sin ojal. Yo no me huelo. Pero sé que cada uno de mis poros emana pasión, que es un perfume fuerte, denso, que se aspira hasta reposar en las entrañas.

Yo amo y huelo y… mi huelen. Quién no ama, transforma su alma en inodora, insípida, incolora. Agua que se evapora sin que nunca encuentre nube que la llueva, que la deposite en el río para besar a las riberas y amar al mar. Yo la amo y ella me aspira. Ella no me ama, y solo respiro su perfume. Si yo fuera un jardín, convocaría a un enjambre de abejas para que me libaran. Después, la miel sabría a brezo de pasión, a petunia de deseo, a hortensia de sexo.

Cuando se ama, también se escuchan los colores. Mis americanas azules me hablan en verso; las grises escriben prosa lírica, y las negras, cartas de amor que nunca llegan al buzón de mi amada.

Cuando se ama, la música se ve, te susurra al oído, te besas con sus notas, te acarician las sinfonías, te abraza el rock.

Cuando se ama la muerte se va a echar la siesta, el dolor charla con la pena y Dios se abraza con Satanás.

Cuando se ama como yo, no se muere; sonríes con los colores del arco iris y acaricias la epidermis del pentagrama. Yo huelo mucho. Si me probases, te sabría a carne de amor y ensalada de ternura, caricias y besos, memoria y recuerdos eróticos.