Rufián Potosí submarino

Venden humo, mientras las gentes sufren carestías ingentes y los jueces van cercando a los indecentes. Una vía de escape en la sociedad para no explotar fue desde hace mucho la comedia, la ópera y en especial la zarzuela, donde de una manera irónica, divertida, se criticaba la realidad. Así sigue sucediendo, como se descubre en el recién estrenado Potosí submarino, obra clásica, del XIX, reescrita para actualizarla en los pasados años ochenta, demasiado actuales. Todavía se dice: "vale un Potosí", sinónimo de algo muy valioso, ya que tal nombre corresponde a la boliviana mina de plata que fue la más rica del mundo en época colonial. Pero no se habla del Imperio hoy, sino de su demolición, en la que muchos se afanan con denuedo, por intereses personales o de partido, que no por el bien común, claro.

Mientras oscuridad extrema sigue tiñendo las cloacas estatales. Rufianes hay muchos en la corte, cada día más sucia y no solo en sus céntricas calles, más cerda, que Rufián y Cerdán pululan en los mentideros con feos misterios, mientras están entre horrendas cuentas muchos otros, en rojo. El texto de la zarzuela ofrecía una canción describiendo lo que dominó en aquellos años frondosos de grandes y fáciles negocios, cuando se sustituyó política o religión por Mammón, el dios oro -es decir, el demonio-... Tiempos de líos como Banesto o Rumasa o con otras tantas empresas que dinero atrapan y luego se largan, dejando a los accionistas limpios, vacíos los bolsillos: "Quien se hace rico es el más listo", "tonto el pobre". "Los peces grandes comen a los chicos", y en el putiferio se encuentran los listillos, pues "quien tiene contactos en prensa o política parece Alguien", aunque su vida depravada e indigna sea común a muchos y demasiado ostentosa.

El lupanar de la corte hispánica, con todos sus vicios, abusando de mujeres o varones, usándolos, como usan a sus votantes algunos gobernantes, para sus intereses personales, estalla también cuando un exministro afronta décadas de cárcel por haber querido hacer negocietes mientras la gente moría por covid, especulando con las mascarillas que se estimaban esenciales en aquellos meses de infierno. No quiero abalar a Ábalos, que está siendo ya muy vapuleado, pero son necesarios castigos ejemplares, que los malos paguen los platos rotos. La democracia está siendo derruida, no tanto por el denigrado Franco, ya hace muchos, muchos años sepultado, sino por los que la manejan con la izquierda y han vencido, nueva "guerra": España cada vez menos libre, disminuida y desunida. Hipócritas que bucean entre las ideas de moda para medrar. Indiferentes a que caiga la corona y con ella se desintegren naciones y gentes. El fiscal general del estado condenado ha quedado, todo degradado. Inhabilitados van quedando los ineptos que nos gobiernan, esperemos que otros políticos aprendan.

Ilia Galán Díez
Catedrático de Estética y Teoría de las Artes
Humanidades: Geografía, Historia y Arte
Universidad Carlos III de Madrid /Full Professor in Aesthetics and Theory of Art
Humanities Department: History, Geography and Art
Universidad Carlos III de Madrid