GENIO
El maestro Antonio Pedrero merece una calle, plaza o avenida a su nombre
Eugenio-Jesús de Ávila
Merced al homenaje que, en la sobremesa de este 2 de diciembre de 2025, le ha brindado el Foro de Amigos de Herminio Ramos a Antonio Pedrero, mi frágil memoria se agitó cuando supe que todavía este genio zamorano de la pintura, también excelente escultor, todavía no ha recibido el título de Hijo Predilecto de Zamora. Se deberá a trámites burocráticos o a la falta de sensibilidad o ignorancia de la figura de Pedrero.
No pediría tan solo que nombrasen a Pedrero, monta tanto, tanto monta, grandísima persona como excelso pintor, Hijo Predilecto de la ciudad que le vio nacer, la ciudad a la que dio alma a través de sus óleos, la ciudad de la que pintó su historia medieval con sus pinceles, la ciudad con la que creo sonetos con sus pinturas, porque Pedrero es un poeta del arco iris, sino que exigiría que su nombre y apellidos formasen parte del callejero zamorano: Plaza de Antonio Pedrero, Bulevar de Antonio Pedrero, avenida de Antonio Pedrero. Los zamoranos que vivieran en alguna hacienda con tal denominación se sentirían orgullosos. Y, además, dentro de un siglo, dentro de cuatro generaciones, si antes este mundo loco, loco, loco no ha desaparecido, los zamoranos del siglo XXII festejarán que en su Zamora vino al mundo un genio en la primera mitad del siglo XX. Porque el callejero de toda ciudad es una manera de escribir su historia.
Antonio mantiene sus ganas de vivir, de disfrutar con sus amigos de unas sabrosas viandas, de saborear un buen vino, de recordar anécdotas y recordar la Zamora de su juventud y adolescencia, la Zamora de sus éxitos, la Zamora de la Semana Santa más auténtica. Porque Pedrero forma parte de la historia de la Ciudad del Romancero. Sospecho que él, en una reencarnación anterior, defendió a la Bien Cercada cuando las tropas del rey Sancho II quisieron tomarla por las armas. Me temo que sus cuadros históricos los pintó un hijo de Arias Gonzalo, después reencarnado en nuestro genial artista.
Tengo para mí que Antonio aplicó el principio evangélico aquel de el que se ensalza será humillado y el que se humilla será ensalzado. Fue tan grande como pintor que le dio vergüenza mostrar su talento en los grandes foros artísticos de España. Decidió quedarse en su tierra, sembrando semillas de pintura para recoger una cosecha de admiración por doquier.
Este vate de la pintura, este poeta de los colores, tiene que vivir todavía que su ciudad le quiere, le admira y se siente orgullosa de su calidad artística y su bonhomía.
Eugenio-Jesús de Ávila
Merced al homenaje que, en la sobremesa de este 2 de diciembre de 2025, le ha brindado el Foro de Amigos de Herminio Ramos a Antonio Pedrero, mi frágil memoria se agitó cuando supe que todavía este genio zamorano de la pintura, también excelente escultor, todavía no ha recibido el título de Hijo Predilecto de Zamora. Se deberá a trámites burocráticos o a la falta de sensibilidad o ignorancia de la figura de Pedrero.
No pediría tan solo que nombrasen a Pedrero, monta tanto, tanto monta, grandísima persona como excelso pintor, Hijo Predilecto de la ciudad que le vio nacer, la ciudad a la que dio alma a través de sus óleos, la ciudad de la que pintó su historia medieval con sus pinceles, la ciudad con la que creo sonetos con sus pinturas, porque Pedrero es un poeta del arco iris, sino que exigiría que su nombre y apellidos formasen parte del callejero zamorano: Plaza de Antonio Pedrero, Bulevar de Antonio Pedrero, avenida de Antonio Pedrero. Los zamoranos que vivieran en alguna hacienda con tal denominación se sentirían orgullosos. Y, además, dentro de un siglo, dentro de cuatro generaciones, si antes este mundo loco, loco, loco no ha desaparecido, los zamoranos del siglo XXII festejarán que en su Zamora vino al mundo un genio en la primera mitad del siglo XX. Porque el callejero de toda ciudad es una manera de escribir su historia.
Antonio mantiene sus ganas de vivir, de disfrutar con sus amigos de unas sabrosas viandas, de saborear un buen vino, de recordar anécdotas y recordar la Zamora de su juventud y adolescencia, la Zamora de sus éxitos, la Zamora de la Semana Santa más auténtica. Porque Pedrero forma parte de la historia de la Ciudad del Romancero. Sospecho que él, en una reencarnación anterior, defendió a la Bien Cercada cuando las tropas del rey Sancho II quisieron tomarla por las armas. Me temo que sus cuadros históricos los pintó un hijo de Arias Gonzalo, después reencarnado en nuestro genial artista.
Tengo para mí que Antonio aplicó el principio evangélico aquel de el que se ensalza será humillado y el que se humilla será ensalzado. Fue tan grande como pintor que le dio vergüenza mostrar su talento en los grandes foros artísticos de España. Decidió quedarse en su tierra, sembrando semillas de pintura para recoger una cosecha de admiración por doquier.
Este vate de la pintura, este poeta de los colores, tiene que vivir todavía que su ciudad le quiere, le admira y se siente orgullosa de su calidad artística y su bonhomía.




















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