Jueves, 04 de Diciembre de 2025

Paco Molina
Miércoles, 03 de Diciembre de 2025
DESDE LA IZQUIERDA

Bendita sea Eva

Paco Molina

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Nos referimos a Eva, señora de Adán. Y la loamos porque si nos atenemos a la narrativa de la Religión Verdadera (la Católica) fue Eva la que nos salvó del comunismo. Y no sólo eso, de paso nos permitió llegar al capitalismo, o sea a esta sociedad que quedó perfectamente inaugurada y definida cuando, “casi nada más salir del paraíso en la escala histórica”, Caín mató a su hermano Abel por envidia cochina.   

 

Pero vamos con Eva. Nos dicen los Libros Sagrados y los Concilios (reuniones de cardenales cada cierto tiempo) que Dios creó la Tierra y después a Adán y a Eva (por ese orden). También nos dicen que  en un principio, como Dios es infinitamente bueno,  los puso a vivir en un paraíso (el Paraíso Terrenal).

 

En un paraíso todos entendemos que cualquiera de sus habitantes viviría como Dios, o sea muy bien, al ser todo de todos.

 

Pero  como Dios también era “justo”, les puso una condición para poder “juzgarles”: podían hacer lo que les viniera en gana menos comer frutos del Árbol del Saber.

 

Así las cosas Adán y Eva vivieron una temporada sin coger ni un fruto del Árbol Prohibido. Hasta que un día, Eva, muerta de curiosidad, debió de preguntarse: “¿Y por qué no se podrán comer estas manzanas?”.

 

Al tiempo, como era más inteligente que su marido (a pesar de  proceder de una costilla de él) pronto se da cuenta de que Adán no da la talla y que no acaba de pensar lo que ella ya había barruntado: “Si eso está prohibido algo bueno habrá detrás”. En consecuencia, hacendosa al máximo, como toda dama, pone ahínco en convencer a Adán para que alargue la mano y le dé un buen mordisco al fruto prohibido. 

 

Algunas versiones pretenden exonerar (quitar responsabilidad) a Eva y dicen que fue engañada por el demonio convertido en  serpiente (una versión increíble pero que no quita mérito a Eva).

 

Da igual, fuera como fuera, el asunto es que gracias a ella Adán comió del Árbol del Saber, y cuando se dio cuenta de su error aunque su arrepentimiento fue enorme ya no hubo marcha atrás. (En Zamora hay un Adán, en plena ciudad, que transmite perfectamente dicha zozobra)

 

Y eso es lo que le tenemos que agradecer a Eva, que fuimos expulsados del paraíso, lo que de no haber ocurrido nos hubiera avocado a una sociedad comunista (como usted ya intuye). Encima, gracias a Eva fuimos obligados a ganarnos el pan con el sudor de la frente, o sea que fuera del paraíso por  fin pudimos disfrutar de la maravillosa “cultura del esfuerzo”.

 

Porque si hubiéramos seguido en el Paraíso Terrenal ya me dirán ustedes: no habría guerras, ni escasez de bienes, ni abundancia de males, y debido a las pocas cosas que habría que hacer para subsistir  la jornada laboral sería de menos de 37 horas y media semanales. Todo el mundo  tendría más o menos lo mismo, que como sería lo indispensable, supondría vivir con un bienestar impresionante. Además no habría gastos militares porque imperaría la solidaridad dado que el mandamiento supremo sería “uno para todos y todos para uno” y no el “sálvese quien pueda”.

 

En fin, de haber seguido en el paraíso, nuestras vidas, al tener garantizado el futuro y la cordialidad,  serían un aburrimiento.

 

Sin embargo gracias a la expulsión del Edén hemos llegado a esta sociedad, tan votada, que actualmente llamamos capitalismo, donde hay guerras sin parar, los hermanos se pelean por la herencia de sus padres. Durante los periodos de paz los ricos explotan y desprecian a los pobres llamándoles “vagos”, y en periodos de guerra hacen que esos vagos mueran por la riqueza de ellos. La inevitable lucha de clases son un continuo vía crucis para quienes viven de su trabajo. Gracias al capitalismo, como pueblo podemos robar a otros pueblos y vivir así mejor. Hoy “tanto tienes tanto vales” y si sufres, la culpa es tuya. Viva Eva.

 

Paco Molina

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