OBITUARIO
Falleció Coomonte, el artista que supo esculpir el tiempo
Eugenio-Jesús de Ávila
Hoy, 4 de diciembre de 2025, José Luis Alonso Coomonte, el extraordinario artista zamorana consideró que iba siendo hora de irse a otra dimensión donde seguir esculpiendo metales para embellecer, si cabe aún más, el paraíso. Deja una profunda imagen de bonhomía y magisterio, de honradez como persona y como artista. La Farola, a la que se ató, porque el Ayuntamiento, después de muchos años de recibirla, todavía no le había abonado ni el gasto de material; el Miliario de La Marina, en el que, a la manera de obelisco se cuenta la historia de nuestra tierra; la obra que ocupó un espacio en la plaza de Castilla y León, después trasladada cerca de los lienzos de muralla del parque de San Martín de Abajo, forman parte de su legado a la sociedad zamorana. Y no me olvido tampoco de las andas de Cruz de Yugos que creó para la cofradía de Jesús en su Tercera Caída, ni de su genial Corona de Espinas, formada por rejas de arados, que constituyó todo un cambio estético no solo para la hermandad que tiene su sede en San Lázaro, sino para toda la Semana Santa zamorana.
Inolvidable su gerencia de la Bienal de Arte Ciudad de Zamora, dedicada a la escultura, una verdadera revolución para nuestra pacata, apocada y pusilánime sociedad. El impacto de esta muestra artística alcanzó al mundo nacional del arte. La Ciudad del Romancero protagonizó las noticias de periódicos, emisoras y televisiones por algo más que la Semana de Pasión y el Románico o alguna miseria política.
Coomonte supo esculpir el tiempo, porque su obra burla a Cronos y roba el reloj de la vida. El arte nos quita la amargura de lo efímero, nos convierte en dioses, nos embellece, nos hace eternos, como vencedores de la muerte. Hoy, José Luis ya estará buscando fundir unas nuevas llaves para San Pedro.
Eugenio-Jesús de Ávila
Hoy, 4 de diciembre de 2025, José Luis Alonso Coomonte, el extraordinario artista zamorana consideró que iba siendo hora de irse a otra dimensión donde seguir esculpiendo metales para embellecer, si cabe aún más, el paraíso. Deja una profunda imagen de bonhomía y magisterio, de honradez como persona y como artista. La Farola, a la que se ató, porque el Ayuntamiento, después de muchos años de recibirla, todavía no le había abonado ni el gasto de material; el Miliario de La Marina, en el que, a la manera de obelisco se cuenta la historia de nuestra tierra; la obra que ocupó un espacio en la plaza de Castilla y León, después trasladada cerca de los lienzos de muralla del parque de San Martín de Abajo, forman parte de su legado a la sociedad zamorana. Y no me olvido tampoco de las andas de Cruz de Yugos que creó para la cofradía de Jesús en su Tercera Caída, ni de su genial Corona de Espinas, formada por rejas de arados, que constituyó todo un cambio estético no solo para la hermandad que tiene su sede en San Lázaro, sino para toda la Semana Santa zamorana.
Inolvidable su gerencia de la Bienal de Arte Ciudad de Zamora, dedicada a la escultura, una verdadera revolución para nuestra pacata, apocada y pusilánime sociedad. El impacto de esta muestra artística alcanzó al mundo nacional del arte. La Ciudad del Romancero protagonizó las noticias de periódicos, emisoras y televisiones por algo más que la Semana de Pasión y el Románico o alguna miseria política.
Coomonte supo esculpir el tiempo, porque su obra burla a Cronos y roba el reloj de la vida. El arte nos quita la amargura de lo efímero, nos convierte en dioses, nos embellece, nos hace eternos, como vencedores de la muerte. Hoy, José Luis ya estará buscando fundir unas nuevas llaves para San Pedro.


















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