ZAMORANA
Se nos ido Coomonte, artista y zamorano
Se nos ha ido otro artista inigualable: José Luis Alonso Coomonte, un zamorano, nacido en Benavente, de orígenes humildes, un escultor adelantado a su tiempo que, sin embargo, imprimió a su obra unos rasgos que identificaban sus orígenes, sin renunciar a ellos una vez que fue conocido su prestigio, tanto a nivel nacional, como internacional.
Ante todo fue un artista libre, que no se puede clasificar dentro de ningún grupo concreto; también diverso, en cuanto a la temática y los elementos que utilizó para sus esculturas: vidrio, hierro, bronce, madera, resina, plástico…; sin olvidar el gran trabajo de rejería que marca también su obra; así como su ineludible labor en el campo del arte sacro.
Parte de la obra de Coomonte tenemos la fortuna de disfrutarla en Zamora: en el Puente de los Poetas, en el Centro de Interpretación de las Ciudades Medievales, o paseando desde el casco histórico hasta La Marina: en la Diputación, el café Aureto, los Museos Catedralicios y de Semana Santa, La Farola, el revestimiento del Banco de España y varias obras en el recinto de La Marina, son solo algunos ejemplos.
Sin embargo, este artista nunca olvidó sus orígenes y a este propósito me impresionó ver dos obras que, probablemente, tengan su inspiración en relación con el pueblo agrícola que le vio nacer: una cruz de madera hecha con yugos de bueyes y una corona de espinas fabricada con rejas de arados soldados entre sí, ambas de grandes dimensiones y que se sacan a las calles formando parte de los pasos procesionales de la Semana Santa de Zamora.
No olvidó tampoco a Benavente, su tierra natal, y allí lucen dos de sus obras, ambas ubicadas en la Plaza del Grano: el Mosaico de la Veguilla, fabricado en mármol de distintos colores, y, enmarcado en el interior de dos enormes círculos: el exterior ornado de filigranas, y el interior que representa la heráldica de la ciudad: un puente entre dos castillos y en la mitad la Virgen de la Vega. La otra obra se denomina: “Alegoría de Benavente y los Valles”, aunque todos la conocen con el nombre de: “las Cucañas de Coomonte”: dos cucañas formadas por sendas esferas metálicas suspendidas sobre unos altísimos mástiles, de las que cuelgan grandes piñas de vidrio de diferentes colores que simulan frutos.
Coomonte descansa ya en Zamora y ha pasado a la posteridad como uno de los grandes artistas que ha dado esta provincia. ¡Descanse en paz!
Mª Soledad Martín Turiño
Se nos ha ido otro artista inigualable: José Luis Alonso Coomonte, un zamorano, nacido en Benavente, de orígenes humildes, un escultor adelantado a su tiempo que, sin embargo, imprimió a su obra unos rasgos que identificaban sus orígenes, sin renunciar a ellos una vez que fue conocido su prestigio, tanto a nivel nacional, como internacional.
Ante todo fue un artista libre, que no se puede clasificar dentro de ningún grupo concreto; también diverso, en cuanto a la temática y los elementos que utilizó para sus esculturas: vidrio, hierro, bronce, madera, resina, plástico…; sin olvidar el gran trabajo de rejería que marca también su obra; así como su ineludible labor en el campo del arte sacro.
Parte de la obra de Coomonte tenemos la fortuna de disfrutarla en Zamora: en el Puente de los Poetas, en el Centro de Interpretación de las Ciudades Medievales, o paseando desde el casco histórico hasta La Marina: en la Diputación, el café Aureto, los Museos Catedralicios y de Semana Santa, La Farola, el revestimiento del Banco de España y varias obras en el recinto de La Marina, son solo algunos ejemplos.
Sin embargo, este artista nunca olvidó sus orígenes y a este propósito me impresionó ver dos obras que, probablemente, tengan su inspiración en relación con el pueblo agrícola que le vio nacer: una cruz de madera hecha con yugos de bueyes y una corona de espinas fabricada con rejas de arados soldados entre sí, ambas de grandes dimensiones y que se sacan a las calles formando parte de los pasos procesionales de la Semana Santa de Zamora.
No olvidó tampoco a Benavente, su tierra natal, y allí lucen dos de sus obras, ambas ubicadas en la Plaza del Grano: el Mosaico de la Veguilla, fabricado en mármol de distintos colores, y, enmarcado en el interior de dos enormes círculos: el exterior ornado de filigranas, y el interior que representa la heráldica de la ciudad: un puente entre dos castillos y en la mitad la Virgen de la Vega. La otra obra se denomina: “Alegoría de Benavente y los Valles”, aunque todos la conocen con el nombre de: “las Cucañas de Coomonte”: dos cucañas formadas por sendas esferas metálicas suspendidas sobre unos altísimos mástiles, de las que cuelgan grandes piñas de vidrio de diferentes colores que simulan frutos.
Coomonte descansa ya en Zamora y ha pasado a la posteridad como uno de los grandes artistas que ha dado esta provincia. ¡Descanse en paz!
Mª Soledad Martín Turiño


















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