Cómo vivir sin amar

Cuando no se ama, no se vive. Vivir sin amar es morir mientras respiras. Hay gente que no sabe amar. No lo necesita. Vive muerta. Muerte viva. Si me dieran a elegir entre amar y ser amado, me quedaría con ser yo el sujeto agente, el que más da, el que produce amor para entregar a la mujer que adoro, a la mujer que provoca sacar de mis adentros lo mejor de mí, mi esencia. Si recojo caricias, mimos, besos, amor y sexo de mi siembra con semillas de pasión, esculpiré la estatua del tiempo para amar.

Cuando no estoy enamorado, dejo de ser el que soy para convertirme en un yo que desconozco, en un yo que extraño. Vivo. Hablaré. Me escucharás. Caminaré. Trabajaré. Me verás sonreír. Quizá incluso reír. Pareceré el mismo de siempre, pero me faltará alma, belleza, sentir. Mi cuerpo permanecerá en el mismo espacio. Te miraré, pero notarás que mis ojos no ven. Te hablaré, pero mis palabras se perderán más allá de mi boca. Escucharás mi sístole-diástole, y me encontrará en otra dimensión.

Déjate amar para que yo siga sintiendo que vivo. Porque no sé vivir sin amar.

Eugenio-Jesús de Ávila