NOCTURNOS ERÓTICOS
¿Buscar o encontrar el amor?
Werther del Duero
El amor no se busca, como la inspiración, se encuentra. Quién trabaja un verso quizá no halle la rima. Quizá, sin querer, se le aparezca mientras su mente pensaba en una abeja libando una flor de almendro.
Desconocía la existencia de la mujer que amo. Me habían hablado de ella, de su belleza, de sus fracasos sentimentales. Y poco más. Y un día la descubrí e ignoro aún si ella se extravió en mí. Y me fascinó. Me enamoré. Y lo sabe. Jugamos a parecer que nos atraemos. Un día se diría que nos deseamos; otro…ni nos conocemos. Quizá le dé miedo amarme y prefiera soñar que nos amamos. Sin más. Ella tiene tiempo. A mí apenas me queda ni un instante para amarla.
A medida que pasa la vida, los años corren más deprisa, como si el tiempo pisase el acelerador de los días, y el amor discurre muy despacio, como si nunca fuese a llegar.
Ahora me conformo con recordar el futuro, con imaginar que llegará un día en que mis deseos se conviertan en realidad. Entonces Cronos habrá hecho de mí un árbol desnudo, un camino sin peregrinos, una sombra de la nada, y ella me observará con ternura, me tocará las manos con cariño y pudiera ser que me susurrara un te amo al oído que nadie escuchará en la residencia de ancianos, mi última morada. Y yo le responderé: el amor no se busca, se encuentra.
Werther del Duero
El amor no se busca, como la inspiración, se encuentra. Quién trabaja un verso quizá no halle la rima. Quizá, sin querer, se le aparezca mientras su mente pensaba en una abeja libando una flor de almendro.
Desconocía la existencia de la mujer que amo. Me habían hablado de ella, de su belleza, de sus fracasos sentimentales. Y poco más. Y un día la descubrí e ignoro aún si ella se extravió en mí. Y me fascinó. Me enamoré. Y lo sabe. Jugamos a parecer que nos atraemos. Un día se diría que nos deseamos; otro…ni nos conocemos. Quizá le dé miedo amarme y prefiera soñar que nos amamos. Sin más. Ella tiene tiempo. A mí apenas me queda ni un instante para amarla.
A medida que pasa la vida, los años corren más deprisa, como si el tiempo pisase el acelerador de los días, y el amor discurre muy despacio, como si nunca fuese a llegar.
Ahora me conformo con recordar el futuro, con imaginar que llegará un día en que mis deseos se conviertan en realidad. Entonces Cronos habrá hecho de mí un árbol desnudo, un camino sin peregrinos, una sombra de la nada, y ella me observará con ternura, me tocará las manos con cariño y pudiera ser que me susurrara un te amo al oído que nadie escuchará en la residencia de ancianos, mi última morada. Y yo le responderé: el amor no se busca, se encuentra.

















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