José Antonio Ávila López
Lunes, 15 de Diciembre de 2025
NOTAS DEL PENSAMIENTO

No estaban perdidos, eran adelantados

José Antonio Ávila López

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Hay una idea que se repite en voz baja, disfrazada de buenos consejos, reforzada en la escuela, amplificada en los trabajos y normalizada por la familia y la sociedad : si no encajas, el problema eres tú. Si cuestionas lo que a otros les parece normal, eres complicado. Si haces las cosas a tu manera, eres un rebelde sin causa. Si no te conformas, algo está roto en ti. Pero..., ¿qué pasaría si nos dicen que no encajar no es un error, sino una señal? ¿Qué pasaría si la incomodidad que se siente a veces es una pista, una grieta por donde se cuela una verdad más grande, más incómoda y mucho más liberadora? ¿Y si no se encaja no porque se es defectuoso, sino porque has venido a hacer algo distinto, algo que no cabe dentro de las estructuras actuales? Desde pequeños se nos entrena para seguir instrucciones, repetir patrones, respetar jerarquías y buscar aprobación. El sistema educativo, por ejemplo, rara vez premia la curiosidad auténtica, la creatividad radical o la duda razonada. Más bien alienta la obediencia silenciosa, la repetición correcta, la normalidad segura, y así se fabrica a escala : empleados eficientes, ciudadanos dóciles, consumidores insatisfechos... El que cuestiona de más, molesta. El que se sale del guión, distrae. El que piensa por sí mismo, incomoda... Y esa incomodidad es peligrosa para cualquier sistema que dependa de la rutina, de la inercia y de la falta de pensamiento crítico. Los que no encajan, en cambio, suelen ver cosas que otros no tienen. Tienen una sensibilidad distinta, una mirada más aguda, una forma de pensar que no cabe en las casillas tradicionales, y no es que estén perdidos, es que a menudo están adelantados. No es que no comprendan el juego, es que ya no quieren jugar con esas reglas. Lo paradójico es que muchas de las personas que hoy consideramos genios, pioneros o referentes, tampoco encajaban. Steve Jobs fue despedido de su propia empresa por “ser difícil”, Nikola Tesla murió solo y olvidado por un sistema que no supo qué hacer con una mente como la suya. Einstein fue considerado lento en la infancia y sus profesores dudaban de su inteligencia... Y sin embargo, fueron precisamente esas mentes incómodas y disonantes las que cambiaron el rumbo de la historia.

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