Miércoles, 24 de Diciembre de 2025

Manuel Herrero Alonso
Martes, 23 de Diciembre de 2025
DENUNCIAS

Zamora, no apta para muletas

La desidia municipal perpetúa las barreras urbanas mientras se exige a los particulares una accesibilidad que el Ayuntamiento incumple

Zamora es hoy una auténtica carrera de obstáculos para quien no goza de plena movilidad. Mientras desde los despachos de la Plaza Mayor se vigila con celo que cada nuevo emprendedor cumpla a rajatabla la normativa de accesibilidad en sus locales, el propio Ayuntamiento de Zamora incumple de forma flagrante esa misma normativa en sus dependencias e infraestructuras tras tres legislaturas de promesas vacías. Es la vieja política del “haz lo que yo digo, pero no lo que yo hago”. Resulta una contradicción hiriente que los espacios a los que el ciudadano debe acudir para gestionar derechos vinculados precisamente a la movilidad sean, paradójicamente, los más inaccesibles. El edificio de la Policía Municipal, donde se tramitan las tarjetas de estacionamiento para personas con movilidad reducida, sigue siendo a día de hoy un lugar prácticamente infranqueable. No es un caso aislado. El propio Ayuntamiento carece de un ascensor convencional y se limita a una plataforma que muchos usuarios consideran insegura. La lista se extiende también al ámbito del ocio y la cultura. El acceso al Castillo resulta impracticable para personas en silla de ruedas o con muletas. La piscina de Los Almendros no dispone de acceso adaptado al vaso. El pabellón Ángel Nieto y el Teatro Principal carecen de gradas inclusivas. Incluso infraestructuras básicas como el aparcamiento de La Marina continúan sin contar con ascensor, una carencia difícilmente justificable en pleno siglo XXI.

 

Si el interior de los edificios es hostil, la vía pública se convierte en una trampa cotidiana. La falta de mantenimiento ha transformado el simple acto de caminar en un riesgo físico constante. Baldosas levantadas y parches mal resueltos se eternizan durante meses, señalizados únicamente con conos y vallas que evidencian una dejadez prolongada y castigan especialmente a quienes necesitan apoyo para desplazarse. En el Casco Histórico persisten pequeños bordillos que, aunque apenas alcanzan unos centímetros, provocan caídas graves. A ello se suma la ausencia de vados reglamentarios que impide a una persona en silla de ruedas cruzar una calle de forma autónoma. Las aceras, además, están salpicadas de tapas metálicas de registro que, con la mínima humedad, se convierten en superficies deslizantes, auténticas trampas para los peatones.

 

Pese al discurso institucional sobre la llamada Silver Economy, la realidad cotidiana demuestra que la ciudad aún tiene mucho por hacer. No se puede hablar de una Zamora moderna, inclusiva o humana mientras barrios enteros permanecen aislados. Zamora necesita algo más que campañas y declaraciones grandilocuentes. Necesita una eliminación real y efectiva de las barreras urbanas. Es hora de que el Ayuntamiento deje de ser un mero espectador de los problemas de movilidad y pase a convertirse en el ejemplo de accesibilidad que tanto exige a los demás. Porque hoy, por desgracia, Zamora sigue siendo una ciudad que da la espalda a las muletas y a las sillas de ruedas.

 

Manuel Herrero Alonso

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