Movilizaciones ante la Junta contra las plantas de biogas

La localidad zamorana de Jambrina, situada en la comarca de Tierra del Vino, vive desde hace meses un intenso debate social e institucional en torno a la posible implantación de varias plantas de biogás en su entorno. El asunto ha generado movilizaciones vecinales, posicionamientos claros desde el ámbito municipal y una creciente inquietud entre los pueblos cercanos, que temen consecuencias negativas para la salud, el medio ambiente y la calidad de vida.

Desde el consistorio, el alcalde Rafael Calvo García ha manifestado públicamente su rechazo a estos proyectos, subrayando que la prioridad del Ayuntamiento es la defensa de los intereses de Jambrina y de su población, al margen de cualquier consideración partidista. En sus declaraciones, insiste en que la ubicación prevista para algunas de estas instalaciones se encuentra a apenas 1.500 metros del sondeo que abastece de agua al municipio, lo que, en caso de contaminación, podría tener efectos irreversibles para el pueblo.

El regidor considera que existe un desequilibrio territorial en el reparto de beneficios y riesgos, ya que otras localidades cercanas recibirían los retornos económicos mientras Jambrina asumiría las posibles consecuencias ambientales. Desde esta perspectiva, el Ayuntamiento ha decidido colaborar activamente con la asociación vecinal Jambrina Viva, compartiendo los costes legales derivados de la presentación de alegaciones y acciones administrativas. Según se ha explicado, el consistorio asume aproximadamente la mitad de los gastos jurídicos, mientras que el resto se cubre mediante cuotas de los socios.

En cuanto al estado de los proyectos, se distingue entre dos iniciativas principales. Por un lado, el promovido por la empresa Norton, que se encuentra en una fase avanzada de tramitación. Por otro, el impulsado por Ence, frente al cual se han presentado alegaciones recientemente, dentro de los plazos establecidos. No obstante, tanto el Ayuntamiento como los vecinos reconocen que la información disponible es limitada y que gran parte del seguimiento técnico y legal recae en la asociación ciudadana.

La respuesta de las administraciones supramunicipales, como la Diputación de Zamora o la Junta de Castilla y León, ha sido percibida con cautela. Desde el ámbito local se reconoce que ha habido escucha institucional, aunque también se señala que muchas decisiones están condicionadas por normativas europeas y marcos regulatorios que dificultan una intervención más directa. Esta situación alimenta la sensación de indefensión entre los vecinos, especialmente en sectores vinculados al medio rural, como la agricultura y la ganadería.

La preocupación no se limita únicamente a Jambrina. Representantes de otros municipios cercanos, como Peleas de Abajo o El Cubo del Vino, han participado en las protestas y han expresado inquietudes similares. Desde la asociación Jambrina Viva, su portavoz Conrado Rodríguez ha explicado que la oposición no se basa en un rechazo genérico a las energías renovables, sino en la dimensión de las instalaciones y su proximidad a los núcleos habitados. A su juicio, la comarca no genera residuos suficientes para justificar macroplantas de este tipo tan cerca de las viviendas.

Rodríguez recuerda que existen precedentes en otras zonas de España —como Balsas de Ebro Viejo, Casas Buenas (Toledo) o municipios de Cataluña y Aragón— donde la implantación de plantas de biogás ha provocado quejas reiteradas por malos olores y molestias persistentes. Estos ejemplos refuerzan el temor a que la situación se repita en Tierra del Vino si los proyectos siguen adelante sin modificaciones sustanciales.

Las movilizaciones se han sucedido durante el último año, con al menos seis concentraciones locales, además de la participación en protestas en Zamora capital, Valladolid y Madrid, en coordinación con plataformas como Zamora en Pie y otros colectivos en defensa del medio rural. Lejos de agotarse, el movimiento ciudadano ya plantea nuevas acciones para 2026 si no se produce una respuesta clara por parte de las administraciones.

Desde El Cubo del Vino, vecinos como Basilio Espada, integrante de la plataforma Pueblos Sanos, han aportado su testimonio sobre experiencias previas con olores intensos procedentes de instalaciones similares. Según explica, estos episodios hacen imposible la vida cotidiana durante determinadas horas del día, obligando a cerrar ventanas y permanecer en el interior de las viviendas. A ello se suma la inquietud por los materiales que podrían procesarse en las plantas, incluidos residuos de matadero, lo que incrementa el temor a impactos sanitarios.