ZAMORANA
De política ni hablar
Mª Soledad Martín Turiño
![[Img #104472]](https://eldiadezamora.es/upload/images/12_2025/5290_8721_sole-1.jpg)
Resultaría relativamente sencillo escribir sobre la situación política que vivimos, es algo que llevo tiempo sin hacer, porque me he propuesto no alimentar al monstruo, no ceder a la tentación de describir el nefasto estado por el que atraviesa nuestro país, el sendero hacia la nada donde se dirige; el silencio cómplice de aquellos que, pudiendo, no levantan la voz para no perder sus privilegios; la prepotencia y soberbia de quien está al mando de una nave que va sin rumbo llevando a sus tripulantes a un inevitable y ominoso hundimiento.
España se ha convertido en la sombra de lo que fue un día; me avergüenza pensar en la imagen que tiene fuera de sus fronteras y en el claro ninguneo del que ya somos víctimas; pero si en el exterior somos un absoluto descrédito, dentro estamos aún peor. Pese a la euforia enfermiza que nos presentan de un país cuya economía “va como un cohete” y que crece en cifras macro, se obvia la situación real de la gente cuyo poder adquisitivo es menor, con un paro que no baja, a pesar de que maquillen las cifras; con una pobreza que sigue manifestándose en las aciagas “colas del hambre”; con jóvenes que no pueden independizarse porque la vivienda es un lujo inasequible pese a trabajar los dos miembros de la pareja; con una cesta de la compra cada vez más cara y unos sueldos precarios que no van acordes al coste real de la vida.
Estamos en Navidad, fechas para practicar el acercamiento y la bonhomía, además está próximo el final de un año y comienzo de otro, y ello nos hace proclives al balance y la reflexión. El pasado no puede cambiarse, pero el futuro se puede planear para que traiga lo mejor, para que domine la buena actitud y los políticos se calmen y rebajen el tono. Nada como la tolerancia y la paciencia para llegar a acuerdos, evitando la desafección y la inquina hacia el otro; nada como la educación para tratar las diferencias y, por favor, desterremos de una vez el “y tú más” con que nos obsequian desde ambos lados del hemiciclo porque los españoles estamos hartos de chulerías e improperios de cuartel que no conducen a nada.
Según determinadas encuestas, esta situación de crispación y encono generalizadas que vive nuestra sociedad actual, ha propiciado también desapego y alejamiento en el terreno personal porque, como he sostenido siempre, muchas personas se guían por referentes y actitudes que, en la actualidad, sobre todo en el terreno político, no son precisamente edificantes, ni ejemplo para nadie.
A ver si el año 2026, tras el periodo de descanso y reflexión, la Navidad nos contagia de sentimientos nobles para que los políticos lleven a buen puerto a nuestro país y podamos sentirnos orgullosos de quienes nos dirigen.
![[Img #104472]](https://eldiadezamora.es/upload/images/12_2025/5290_8721_sole-1.jpg)
Resultaría relativamente sencillo escribir sobre la situación política que vivimos, es algo que llevo tiempo sin hacer, porque me he propuesto no alimentar al monstruo, no ceder a la tentación de describir el nefasto estado por el que atraviesa nuestro país, el sendero hacia la nada donde se dirige; el silencio cómplice de aquellos que, pudiendo, no levantan la voz para no perder sus privilegios; la prepotencia y soberbia de quien está al mando de una nave que va sin rumbo llevando a sus tripulantes a un inevitable y ominoso hundimiento.
España se ha convertido en la sombra de lo que fue un día; me avergüenza pensar en la imagen que tiene fuera de sus fronteras y en el claro ninguneo del que ya somos víctimas; pero si en el exterior somos un absoluto descrédito, dentro estamos aún peor. Pese a la euforia enfermiza que nos presentan de un país cuya economía “va como un cohete” y que crece en cifras macro, se obvia la situación real de la gente cuyo poder adquisitivo es menor, con un paro que no baja, a pesar de que maquillen las cifras; con una pobreza que sigue manifestándose en las aciagas “colas del hambre”; con jóvenes que no pueden independizarse porque la vivienda es un lujo inasequible pese a trabajar los dos miembros de la pareja; con una cesta de la compra cada vez más cara y unos sueldos precarios que no van acordes al coste real de la vida.
Estamos en Navidad, fechas para practicar el acercamiento y la bonhomía, además está próximo el final de un año y comienzo de otro, y ello nos hace proclives al balance y la reflexión. El pasado no puede cambiarse, pero el futuro se puede planear para que traiga lo mejor, para que domine la buena actitud y los políticos se calmen y rebajen el tono. Nada como la tolerancia y la paciencia para llegar a acuerdos, evitando la desafección y la inquina hacia el otro; nada como la educación para tratar las diferencias y, por favor, desterremos de una vez el “y tú más” con que nos obsequian desde ambos lados del hemiciclo porque los españoles estamos hartos de chulerías e improperios de cuartel que no conducen a nada.
Según determinadas encuestas, esta situación de crispación y encono generalizadas que vive nuestra sociedad actual, ha propiciado también desapego y alejamiento en el terreno personal porque, como he sostenido siempre, muchas personas se guían por referentes y actitudes que, en la actualidad, sobre todo en el terreno político, no son precisamente edificantes, ni ejemplo para nadie.
A ver si el año 2026, tras el periodo de descanso y reflexión, la Navidad nos contagia de sentimientos nobles para que los políticos lleven a buen puerto a nuestro país y podamos sentirnos orgullosos de quienes nos dirigen.



















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